Me encantó saber que el Papa Francisco quiso escribir la Encíclica «Laudato Si» no solo para los fieles católicos sino para todas las personas del planeta, refiriéndose al «Cuidado de la casa común» partiendo de escuchar el clamor de la tierra junto al clamor de los pobres, interpretando así una realidad desde la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta (LS16).
Reflexión
Nos lleva a reflexionar planteando soluciones y alentándonos a ser actores de nuestra propia vida para llevarnos hasta un compromiso interno y profundo con nosotros mismos y quienes nos rodean.
Invitándonos a cambiar nuestros hábitos de manera urgente para dejar de ser cómplices de un sistema que excluye y mata. Desde una cultura que descarta, crea mucho sufrimiento y lleva a situaciones de injusticia provocadas por nuestra rutina diaria. “Entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra”, que también gime (LS 2).
Gritar juntos
Por eso no debemos quedarnos quietos y callados.
Es el momento de gritar juntos y en silencio pero arrodillados, ante el sagrado sufrimiento de tantas personas y nuestra propia casa, la Madre Tierra.
Es necesario ejercer presión sobre los que tienen el poder político, económico y social (LS 206). Plantearnos qué hábitos y estilos de vida tenemos, y qué hacemos en el trozo de mundo que nos ha tocado vivir?
Seamos protagonistas en el compromiso por nuestra Tierra y cada una de las personas que la habitan, y sobre todo, seamos conscientes y responsables con la herencia que dejamos tras nuestro paso por este mundo de todos.
Ante tanta herida hacen falta muchos hombres y mujeres que hagan propia la fragilidad de los demás, y quizás este tiempo de pandemia tan duro para todos sin hoja de ruta, haya sido un acicate para recordarnos la dignidad de cada ser humano, y ver en cada hombre crucificado, despojado y desfigurado el mismo rostro de Dios. Se nos da la oportunidad de ver en la pobreza un lugar privilegiado donde encontrarnos con Dios y contemplar su grandeza.
Sentirnos todos por igual hijos suyos.
El grito silencioso de los pobres
Y en esa fragilidad de la vida, ahora que la muerte se ha hecho presente y ha paseado por nuestras calles y hogares, es cuando todos debemos abrazarnos sin distancias por el evangelio de la propia vida. Juntos hacernos mas fuertes y sentir la presencia de Dios en nosotros, en cada gesto, cada mirada, cada instante desde la Fe.
Esa Fe que te hace creer con la vida entera.
Esa Fe de mirada larga como las cosas.
Esa Fe donde nadie se queda atrás ni nadie sobra.
Con pandemia y sin ella, conscientes de nuestra vulnerabilidad, y nuestra interdependencia.
Porque cuando escuchamos la llamada de Dios a través del Evangelio, y el grito de los pobres, podemos responder desde el AMOR con mayúsculas, mostrando la victoria de la vida, siendo testigos de Jesús Resucitado.
Ni el dolor ni la muerte tienen la última palabra.
Grupo Ecología Integral- Justicia y Paz
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#SemanaLaudatoSi