El siglo XIX tan convulso en lo político y lo social dio en Sevilla grandes frutos de santidad. Prueba de ello son Santa Ángela de la Cruz, el Beato Spínola, el Venerable Padre Tarín y Sor Bárbara de Santo Domingo, monja dominica de Madre de Dios. Dirigida del Padre Torres Padilla como Sor Ángela, también como él va camino de los altares.
El “Santero de Sevilla” llamaban al Padre Torres Padilla por su fama de santidad y por la altura espiritual de sus dirigidas. Una de ellas fue Sor Bárbara de Santo Domingo, llamada la Hija de la Giralda porque nació el 7 de febrero de 1842 en la Turris Fortissima. Su padre , Casimiro Jurado, era el segundo campanero de la Giralda y con su mujer María Josefa Antúnez y sus hijos vivía en el cuarto número cinco de la torre, en las últimas rampas, muy cerquita del cuerpo de campanas. Marcada por la muerte de su hermano que falleció siendo niño al caer de una de las campanas, desde muy pequeña quiso ser monja y así se lo pedía a la Virgen de los Reyes. Como su familia, muy humilde y cristiana, no podía pagarle la dote, la forma que encontró para ingresar en clausura fue la música. Entró como novicia en 1860 en el convento dominico de Madre de Dios, asentado en unas casas que en 1496 donó a las religiosas la reina Isabel la Católica, que se hospedó en él. Con 19 años Sor Bárbara hizo los votos solemnes en 1861. Su oficio era cantora y más tarde pasó a ser organista.
Fue el Padre Torres Padilla el confesor y director espiritual de Sor Bárbara. Al él se debe que se conserven todos sus escritos en forma de correspondencia ya que la obligó a escribir los estados de su alma. El padre Torres afirmó que estos, a pesar de no tener estudios teológicos, eran sublimes “y podrían ser firmados por Teresa de Jesús”.
Con sólo 30 años falleció Sor Bárbara en el monasterio de San Clemente, donde se tuvieron que refugiar las dominicas cuando la Revolución de 1868 las hizo abandonar su convento. Murió en olor de santidad y su cuerpo permaneció ocho días insepulto porque no presentaba signos de corrupción.
Cuando las dominicas en 1877 volvieron a Madre de Dios se llevaron consigo los restos mortales de Sor Bárbara que reposan en una tumba en el coro bajo del convento. El traslado por las calles engalanadas de Sevilla fue muy solemne y de gran fervor popular. En 1899, por primera vez se abrió el proceso de canonización de Sor Bárbara en la diócesis 1900, se reanudó en 1900 y 1920 y de nuevo se abrió en 2011.
Gloria Gamito