Lectura del santo Evangelio según Juan (3, 31-36)
El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos. De lo que ha visto y ha oído da testimonio, y nadie acepta su testimonio. El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz. El que Dios envió habla las palabras de Dios, porque no da el Espíritu con medida. El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano. El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él».
Comentario
Todo lo ha puesto en su mano
El evangelista Juan concluye con esta perícopa el importante capítulo tercero, el del diálogo con Nicodemo que ocupa esta segunda semana de Pascua. Es una demostración de que Jesús está por encima no sólo de Nicodemo y de los fariseos con buena intención como él, sino de los sacerdotes y aun de los profetas. Porque sólo él viene de lo Alto, porque sólo él tiene en su mano cuanto el Padre le ha dado. Si se lee atentamente la primera lectura del día, tomada de los Hechos de los Apóstoles, hay una apelación indirecta del sanedrín -ante el que comparece Pedro, acusado de volver a predicar cuando lo tenía prohibido- al «nombre de ése», así, sin querer nombrarlo. Porque el nombre de Jesús les causaba un problema difícil de resolver. En el Evangelio de la jornada, Jesús también habla en tercera persona de sí mismo, pero para Nicodemo -y para los que han venido después de Nicodemo, como nosotros mismos- no supone ningún problema. Ya nos dirá el apóstol de los gentiles, Pablo, dirigiéndose a los filipenses que Dios ha concedido a Jesús el nombre-sobre-todo-nombre para que en el cielo, en la tierra o en el abismo toda rodilla se hinque al escucharlo. ¿Y tú, te inclinas cuando escuchas el nombre de Jesús?