Lectura del santo Evangelio según Juan (16, 5-11)
Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: “¿Adónde vas?”. Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón. Sin embargo, os digo la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito. En cambio, si me voy, os lo enviaré. Y cuando venga, dejará convicto al mundo acerca de un pecado, de una justicia y de una condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el príncipe de este mundo está condenado.
Comentario
Os conviene que yo me vaya
El príncipe de este mundo está condenado. El triunfo de Cristo sobre la muerte lo ha condenado. Han luchado vida y muerte en singular batalla, pero al levantarse triunfante quien había muerto, ha vencido a la muerte, que es el reino de Satanás. Ese es el mensaje último de la venida del Paráclito en Pentecostés para la que nos viene preparando toda la semana las lecturas litúrgicas en este martes consagrado a la Virgen, auxilio de los cristianos. Por algo estaba María en el cenáculo rodeada de los apóstoles. Es el Espíritu Santo el que deja al mundo señalado: del pecado de la increencia; de la falta de una prueba sensible del Jesús histórico; y de la condena al diablo de una vez por todas. No desaparece el pecado con la venida del Espíritu, bien lo sabemos nosotros mismos, pecadores; pero ha perdido la iniciativa, ya no manda, no hay nada que pueda apartarnos del amor de Dios, ni siquiera el príncipe de este mundo cuya misión es precisamente dividir y separar. Está perdido. Porque nosotros vamos a encontrar al Espíritu Santo.