Rodrigo Cortés estrenó en diciembre de 2021 “El amor en su lugar”, elegida por el Círculo de Escritores Cinematográficos como mejor película de ese año. Un reconocimiento considerado como el premio de la crítica independiente española, libre de las posibles presiones e intereses que suelen rodear la concesión de los Goya. Estamos por tanto ante un filme más culto que comercial que, siendo accesible al público adulto general, gustará especialmente al espectador cinéfilo. Su reciente salto a las plataformas es una oportunidad para comprobarlo.
Cortés alcanzó notoriedad en 2010 con “Buried (Enterrado)”, un thriller hábilmente rodado, con elementos ‘hitchcockianos’ y de terror psicológico que funcionó muy bien en taquilla. “El amor en su lugar” toma otros derroteros, pero vuelve a demostrar la pericia de un director para sacar partido a un presupuesto ajustado, de modo que todo el apartado técnico resulta brillante: diseño de producción, vestuario, fotografía, banda sonora, montaje…
El guion lo firma el propio Cortés junto al novelista alemán David Safier, para contarnos una historia donde el teatro y la música se entretejen con la vida real de un grupo de actores en el gueto de Varsovia. La acción se sitúa en enero de 1942 y transcurre en tiempo real. En el teatro Femina de la capital se representa una comedia de enredo del dramaturgo Jerzy Jurandot. Stefcia (Clara Rugaard) es una de las actrices y su novio Edmund (Ferdia Walsh-Peelo) también forma parte del reparto. Pero también actúa Patrick (Mark Ryder), que fue novio de Stefcia y sigue enamorado de ella. Edmund tiene una hermanita, Sara. Y luego está el resto de personajes, cada uno con una historia detrás. Cuando surge la posibilidad de que dos miembros de la compañía escapen del gueto, la decisión sobre los ‘elegidos’ se convierte en el punto vital: ¿cuestión de conciencia?, ¿cuestión de amor?
Teatro dentro del cine, drama musical, romance…, un poco de todo agudamente mezclado. El texto de la obra representada corresponde al del original y todas las canciones han sido grabadas en directo. El elenco al completo está excepcional, con los intérpretes saliendo y entrando en escena en medio de la tensión que provoca la omnipresencia de los nazis: el magnífico plano secuencia que nos regala el director al comienzo es bien elocuente al respecto.
¿Qué es mejor: amar o ser amado?, se preguntan los protagonistas. Y con ellos el público del teatro Femina y el espectador en el cine. El arte y la cultura como medios para sobrevivir, el amor, la capacidad de sacrificio, la generosidad o la compasión son algunos de los temas de fondo de esta producción, que hubiera merecido una mayor resonancia en la cartelera.
Juan Jesús de Cózar