Belfast

Seria candidata por méritos propios al Oscar a la mejor película de 2021, “Belfast” debió conformarse con un solitario premio de la Academia de Hollywood al mejor guion original, a pesar de las 7 nominaciones recibidas. Estrenada en nuestro país el pasado 28 de enero y disponible ya en algunas plataformas, llegará al mercado del DVD/Bluray a comienzos de junio.

Para muchos, entre quienes me incluyo, se trata del tercer mejor filme de Kenneth Branagh, solo por debajo de “Enrique V” y de “Hamlet”, las dos obras magistrales del director norirlandés. Si adaptar a Shakespeare a la gran pantalla tiene su dificultad, contar al público una historia autobiográfica desde el punto de vista de un niño, como es el caso de “Belfast”, conlleva riesgos evidentes: hay que acertar con la dosis justa de emotividad, saber conjugar el ambiente localista con los intereses generales del espectador medio, dar a la filmación empaque de película grande… Y a fe que Branagh lo consigue.

El argumento nos traslada a 1969 en la Irlanda del Norte de los Troubles, el conflicto armado entre protestantes unionistas y católicos republicanos. Buddy tiene 9 años y vive feliz con sus padres y su hermano adolescente en un suburbio de Belfast. La familia de Buddy es protestante, pero defiende la convivencia pacífica con la minoría católica oprimida. Cerca de su casa residen sus abuelos y sus amigos. Y la calle es su paraíso infantil, el lugar de las risas, las carreras y los juegos.

En un espléndido y matizado blanco y negro, Branagh rememora su propia infancia. Lo hace con verdadero cariño, sin pasar factura a nadie, más allá de señalar a quienes provocaron una violencia siempre insensata. En la vida de Buddy y de su familia se producen, ciertamente, situaciones de tensión y surge la necesidad de tomar decisiones difíciles, pero también hay mucho amor, muchos momentos de auténtica felicidad. Porque eso es lo que le interesa subrayar a Branagh: la posibilidad real de superar las diferencias, de convivir en paz, de conservar un resto de inocencia infantil como antídoto contra el rencor.

Dejo para el final el apartado interpretativo, con unos actores maravillosos encabezados por el jovencísimo Jude Hill, al que acompañan Caitriona Balfe, Jamie Dornan, Judi Dench y Ciarán Hinds, los dos últimos nominados al Oscar por sus trabajos. La partitura de Van Morrison, también candidata a la estatuilla, ambienta perfectamente unos acontecimientos que son parte de la Historia, pero que vistos con perspectiva confirman una vez más el sinsentido de la violencia.

Juan Jesús de Cózar

 

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