Jueves de la 15ª semana del Tiempo Ordinario (C)

Lectura del santo Evangelio según Mateo (11, 28-30)

«Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

Comentario

Descanso para vuestras almas

Nuestra mirada es, demasiado a menudo, tan alicorta que sólo vemos lo que nos rodea: este mundo nacido de la mano del Creador y las realidades terrenas que contiene. Y queremos que la mano de Dios, a quien imploramos con vehemencia cuando sentimos la opresión de las circunstancias terrenas, nos alivie de ese peso insalvable. Querríamos que la enfermedad, el dolor, la soledad, el sufrimiento aquí pasaran y no sufrirlos. Pero Jesús, humilde y sencillo de corazón, propone descansar en el Padre al que nos conduce y sólo en ese descanso confiado del hijito que nada teme en el regazo de su Padre puede descansar el alma. Cuántas veces está descansado el cuerpo y la vida es placentera y los gozos delicados con que se nos obsequia se multiplican, pero el alma se inquieta y se agita, intranquila y presurosa. Bien lo sabemos. Admiramos a quienes en mitad de las tormentas vitales, cuando los zarpazos hieren de verdad, tienen fortaleza de ánimo y humilde aceptación de lo que va viniendo. Sólo vemos lo que nos rodea, pero podemos deducir que su alma ha encontrado el descanso del que habla Jesús. Mírate a ti mismo: de qué estás cansado, qué te agobia en estos momentos… Puede que hayas ensayado mil y una recetas: ¿por qué no acudes a Él?

 

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