COMUNICACIÓN Y HERMANDADES (I)

 

Hace algún tiempo la información sobre hermandades apenas ocupaba unas líneas en los medios cuando se acercaba la Semana Santa. Hoy todos mantienen secciones fijas durante el año. Esto, que puede parecer algo positivo, como manifestación del interés por las hermandades, tiene un peligro: que, falta de contenidos suficientes, esta información se deslice primero hacia lo anecdótico y luego a lo truculento.


A esto se suman las redes sociales, que han provocado una verdadera mutación antropológica en el modo de comunicarse las personas. Las plataformas sociales permiten movilizar fácil y cómodamente la opinión pública a favor o en contra de instituciones o actuaciones que se perciban como especialmente positivas o negativas.


Por estas razones es el momento de profesionalizar la Comunicación en las hermandades. Lo que se debe traducir, al menos, en tratar la comunicación de la Hermandad  con criterios profesionales, es decir, con conocimientos, rigor y eficacia.


La hermandad no debe aspirar  a “salir en los medios" sin  más, sino a que la información y la imagen que de una Hermandad den los medios refuerce la imagen que la Hermandad quiere dar de sí misma. Eso supone definir la identidad de la Hermandad; preocuparse de transmitir esa identidad y conseguir que la imagen percibida por los demás coincida con nuestra imagen real.

 
¿Y cuál es la identidad de una Hermandad? El conjunto de rasgos propios que la caracterizan y definen.

 
Importa, y mucho, que la Hermandad, cada Hermandad, sepa reconocer y definir su identidad, transformándola en cultura. Ésa es tarea de la Junta de Gobierno, así como elaborar un discurso que la transmita y refuerce. Siendo conscientes, además,  de que en las instituciones todo comunica: lo formal y lo informal; lo verbal y lo no verbal, y que todos los relatos han de  ser coherentes.


¿Cómo llevar a cabo todo esto? Precisamente de eso hablaremos el próximo día.