Los nazarenos de los últimos tramos seguramente recuerdan un programa de televisión de cuando ellos eran un poco más jóvenes, allá por los años sesenta. Se titulaba “Siempre alegres para hacer felices a los demás” y su presentador era un sacerdote llamado Jesús Urteaga, más conocido como “el cura de la tele”.
Tuvo bastante éxito entre el público al que iba dirigido: gente joven. En él se hablaba de cosas muy sencillas: lealtad, compañerismo, alegría, trabajo, sinceridad, generosidad, optimismo, sencillez, perseverancia, paciencia y muchas más notas características de cualquier persona, en general y de los cristianos en particular. Al fin y al cabo era un programa religioso.
A lo mejor sería oportuno reinventar un programa parecido a aquel, dedicado a las hermandades, en general, y a las Juntas de Gobierno, de modo particular. Todavía hay cabildos generales que se plantean en clave política o sindical. No es que esos modos sean malos, sencillamente son improcedentes en una hermandad.
Como improcedente sería la formación de “grupos de oposición”, normalmente formados a partir de una candidatura que no salió en las últimas elecciones, o de Juntas de Gobierno divididas por cualquier cuestión menor, normalmente cuestiones personales.
Hay que reinventar las relaciones en la hermandad planteándolas no como un juego de poderes, sino como las propias de un grupo de personas que se asocian libremente para dar culto sus titulares; mejorar su formación y fomentar la Caridad. Eso requiere un razonable esfuerzo y poner en juego virtudes tales como la discreción, para no ir contando por ahí lo que no debe salir del ámbito de la Junta de Gobierno.
La lealtad para decir las cosas a la cara, con cariño y claridad, evitando las críticas. La humildad, especialmente de los más veteranos, que el ser antiguo en la hermandad no genera derechos, sino deberes de ejemplaridad. La generosidad para dejar que sean otros los que se luzcan, sin considerar la parte que le pudiera corresponder en ese lucimiento.
No estamos hablando de virtudes heroicas, sino de las cualidades imprescindibles para sacar adelante un proyecto que tiene como finalidad la mejora personal de quienes lo integran.
Pero con alegría, que es amor disfrutado.