Presentamos hoy en nuestra sección una interesante talla de Cristo Crucificado, el Cristo de la Salud, que se encuentra en un retablo en la cabecera de la nave del Evangelio de la Iglesia de San Eustaquio, de Sanlúcar la Mayor (Sevilla).
Dicha iglesia es una construcción mudéjar de tres naves, con arcos apuntados y ábside poligonal, que se comienza a edificar tras la conquista de la ciudad y que presenta tres interesantes portadas, así como una elegante torre proyectada por Pedro de Silva en 1766. Sobresalen por su interés el retablo mayor, obra de José Fernando y José Francisco de Medinilla de 1745, la pintura del Descendimiento, de la primera mitad del XVII, así como las imágenes de la Virgen de Fuentes Claras, de fines del XV o comienzos del XVI y la Virgen de los Remedios, del siglo XVI.
El Crucificado de la Salud es una obra manierista fechable en la segunda mitad del siglo XVI, que ha sido atribuida al escultor Juan Bautista Vázquez el Viejo, en base a una carta de pago que dicho autor contrata por la ejecución de una talla para la iglesia de San Eustaquio en 1568 y que algunos autores hacen coincidir con este Crucificado del que nos ocupamos hoy.
El documento más antiguo que hace referencia a esta imagen es una crónica fechada el 5 de Mayo de 1590, que narra cómo ese día un rayo cayó sobre la Iglesia, destrozando el chapitel cerámico de la torre y, al entrar en el interior, saltó una chispa que prendió en el Cristo, como cuenta el acta notarial levantada ante el escribano público Estaçio Hortiz: “y una chispa del rayo, permitió Nuestro Señor, dieze en su santíssima figura questa en el cruzero de la dicha yglessia, y desde la garganta fue lastimado su benditíssima reliquia, y en el pecho yzquierdo saco una astilla que cabe una mano en la siñal que dexó”. La restauración efectuada en el año 2002 por Víctor Manuel Pérez Asencio y María Luisa Céniz Gómez, corroboró la veracidad de esta noticia, al encontrar restos quemados a la altura de la herida de la lanzada.
El Cristo de la Salud se nos muestra coronado de espinas y clavado a la cruz por tres clavos, con la pierna derecha sobre la izquierda. En esta imagen se destacan la serenidad y unción del rostro, el cuidado estudio de la anatomía, así como el sudario estofado de gran belleza y elegancia. Hay que señalar igualmente la calidad de la policromía original que aún conserva, llena de matices.
La advocación de la “Salud”, término que deriva de la palabra latina “Salus”, de la cual también deriva “salvación”, nos recuerda las palabras del profeta Isaías (53,5), que Pedro también recoge (1Pe 2, 24): “Sus heridas nos curaron”; es decir, su pasión nos ha devuelto la salud que el pecado nos había robado, por lo que, como recordaba San Bernardo, in cruce salus nostra, nuestra salvación está en la cruz.
Antonio Rodríguez Babío (Delegado diocesano de Patrimonio Cultural)