El Papa Francisco nos mostraba en su Carta Encíclica Laudato Sí Sobre el cuidado de la casa común, el camino evangélico a dicha labor: el cuidado del medio natural y las personas que lo habitamos como creación de Dios. Cuando uno lee las noticias o las ve por televisión, en relación con el terrible problema que vivimos de cientos de miles de personas buscando seguir viviendo en un proceso migratorio sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial, no acaba de entender porqué hemos llegado a esta situación.
El Papa instaba el pasado domingo a utilizar edificios de la Iglesia para acoger a los demandantes de asilo que luchan por sobrevivir en su horizonte europeo de esperanza. La respuesta en España ha sido inmediata, y la Iglesia ha respondido dando ejemplo, mostrando una respuesta evangélica a un problema grave que no debería existir. Cuando nos dice el gobierno que puede acoger en toda España a 16.000 inmigrantes deberíamos pensar que ese número representa el 30% de las personas que asisten en un estadio de fútbol un domingo.
Son cientos de miles los desesperados, los descartados, los casi sin esperanza. Y muchos mueren. Niños con una infancia perdida, cuando no la vida. Deberíamos meditar las causas del porqué de esta tragedia, y pensar qué hicimos o dejamos de hacer como sociedad para este sufrimiento. Es terrible la emigración cautiva desde Siria y otros países de Oriente medio, que se suma a la lacerante huida del África Subsahariana.
La Archidiócesis de Sevilla, liderada por D. Juan José Asenjo, quien ha realizado un llamamiento ante la crisis humanitaria que vivimos, ha tenido una rápida respuesta y ha duplicado las viviendas destinadas a la acogida de refugiados. Los medios puestos a disposición de los necesitados por Cáritas Diocesana y la Delegación Diocesana de Migraciones en el momento actual son una continuación, en un momento especialmente grave, de la labor de la Archidiócesis en la acogida y atención de inmigrantes y refugiados. Esperemos que el conjunto de la sociedad y los gobernantes sean generosos ante un problema global que no han generado los que lo sufren.