El Domingo Quinto de Cuaresma tiene en Sevilla un nombre diferente y exclusivo: es el Domingo de Pregón. Ojo, no “del Pregón”, sino “de”. Una preposición pura, sin artículo determinante contraído en ella, como indicando que el termino que sigue es mucho más que un simple actividad de ese día.
Se trata de una jornada con un significado amplio y profundo, que nace del Pregón de la Semana Santa pero que abarca un día de tradiciones y recuerdos, que evocamos los mayores y van forjando en sí los niños sevillanos para su futuro. Le seguirá el Domingo de Ramos, y le antecedió el Domingo de Laetare, que Sevilla sigue llamado así a pesar de la reforma litúrgica, porque es la fecha fija en la que se celebra el Cabildo de Toma de Horas, reunión de los Cabildos Eclesiástico y Civil (Catedral y Ayuntamiento) con las hermandades de penitencia para determinar los horarios e itinerarios de la Semana Santa.
El Domingo de Pregón marca el final de las vísperas, de la espera de los cofrades, y la puesta en marcha del reloj que cada sevillano más o menos cofrade lleva dentro, y que lo llevará a vivir y sentir emociones difícilmente explicables. Su epicentro, lógicamente, es el discurso que en el Teatro de la Maestranza exalta la Semana Santa. La limitación del aforo no permite que todos los sevillanos y visitantes sean testigos directos de este canto, pero no importa. Ni siquiera hace falta escuchar el Pregón para saber que está sucediendo y que, a partir de ahí, se agota la espera para contemplar las cofradías. Incluso ese momento de transición entre la espera y la llegada de lo esperado está perfectamente determinado, aunque en eso hay dos opiniones: unos dicen que se trata del junto momento en que el pregonero (ojalá que pronto una pregonera) termina sus palabras con un “he dicho” u otra forma de concluir. Para otros es el rotundo final de la marcha “Amargura” que siempre antecede al propio Pregón, hecha la presentación de rigor.
No hace falta, pues, que usted asista al Pregón para vivir un hermoso Domingo de Pregón. Lo primero, vaya a misa y después haga un desayuno completo porque el día va a ser largo. Pero desayune sin prisa y en familia. Antes de las doce, ponga la radio o encienda la televisión. Aunque yo creo que el Pregón hay que escucharlo en las ondas, ni siquiera por internet, con cierta impureza de sonido que a algunos nos trae nostalgias de infancia. Y después, vaya a la calle, échese en brazos de Sevilla. Si es impaciente, puede escuchar el Pregón en otro momento, grabado, o mejor leerlo tranquilamente cuando salga su edición al día siguiente. Vaya a descubrir de nuevo, como si fuera la primera vez, la forma en que la ciudad ha plasmado su piedad, su fe, en las imágenes que ya estarán en sus pasos, o expuestas para la contemplación de la inmensa misericordia de Dios que en su Hijo crucificado nos da su salvación. Siempre encontrará también a María, bajo palio o en el Calvario que aún no tendrá flores, o extendiendo su mano para que, besándola, le demos gracias por su fe valiente.
Le propongo dos recorridos (hay otros más) sencillos para sumergirse en la víspera de la Pasión, en torno a dos collaciones y sus zonas de influencia: Omnium Sanctorum y San Vicente. Comience por el que quiera. En el primero, no deje de visitar la Sagrada Lanzada en San Martín y de ahí a San Andrés, donde le conmoverá el Señor de la Caridad de la Hermandad de Santa Marta. Por supuesto, no deje de acudir a la propia iglesia parroquial de Omnium Sanctorum donde le esperan los titulares de las hermandades de los Javieres y del Carmen. En el segundo, pase por la iglesia de San Gregorio, donde está el Santo Entierro, y por la Magdalena, a la Capilla de Montserrat, para impresionarse una vez más con el Cristo de la Conversión. Tome por la calle Bailén para empezar una particular ruta del Azahar, que le llevará a la Capilla del Museo, y llegue al templo parroquial de San Vicente, y ahí, párese a mirar a los ojos del Señor de las Penas, caído por el peso de la cruz. Mírele y escúchele. En esa mirada está el secreto de por qué somos tantos los que tenemos fe en la Semana Santa de Sevilla.
Buen Domingo de Pregón y que Dios les bendiga.
Marcelino Manzano Vilches, pbro.
Delegado Diocesano de Hermandades y Cofradías de la Archidiócesis de Sevilla.