Las secuencias dentro de la Iglesia Católica son el himno poético litúrgico de la Santa Misa que tiene forma de composiciones estróficas y rimadas.
Son en su origen, una estructura litúrgico musical, que surge como la prolongación del Aleluya. Por ser de tono festivo se llamaron inicialmente jubilus, y más tarde sequentia. El momento de mayor florecimiento de estos escritos litúrgicos fue durante la Edad Media, cuyas letras eran muy abundantes.
Llegaron a componerse, hasta el siglo XVI, cerca de cinco mil secuencias, las cuales gozaban del favor popular, por su forma silábica simple y que se prestaba al canto colectivo dentro y fuera de la iglesia (se cantaban incluso antes o después de la Misa).
Por este motivo, las secuencias dieron un gran impulso a lo que hoy llamamos canto religioso popular, es decir los cantos populares de Misa (uno de los tres géneros de la música litúrgica, junto con la polifonía sacra y el gregoriano, que ocupa el primer lugar).
El Papa San Pío V (1570), con buen criterio, dejó solamente cuatro: Victimae Paschali (Pascua), Veni Sancte Spiritus (Pentecostés), Lauda Sion (Corpus Christi) y Dies Irae (Difuntos), agregándose tiempo más tarde, con la Memoria de Nuestra Señora de los Dolores (1727), el Stabat Mater (Benedicto XIII). Actualmente, se suprimió también el Dies Irae, quedando como obligatorias sólo la de Pascua y la de Pentecostés, y las otras dos ad libitum.