Con este último post terminamos de resaltar lo que han venido diciendo los últimos papas sobre la actitud que, como cristianos y ciudadanos, debemos tener hacia las personas que vienen a nosotros buscando una vida mejor y que en muchos casos lo hacen huyendo de la guerra, de las catástrofes naturales, de la pobreza y del hambre.
Benedicto XVI decía que la Iglesia, acostumbrada a escrutar los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio, veía que las migraciones se podían incluir dentro de estos signos reconocibles. Destacaba en el año 2006 la feminización de este fenómeno. La mujer emigrante se ha convertido en la principal fuente de ingresos para su familia, pero el papa advertía de su vulnerabilidad. Los ámbitos de trabajo de estas mujeres en la mayoría son el servicio doméstico, el cuidado de ancianos, de enfermos y los servicios relacionados con el hospedaje en hoteles. El papa reclamaba un trato justo y un reconocimiento de sus derechos en estos ámbitos. El papa también advertía del tráfico de mujeres que son tratadas prácticamente como esclavas y en no pocos casos utilizadas para explotarlas sexualmente.
Las familias han ocupado también la atención de los papas, pidiendo la reagrupación familiar y mientras que esta se produce, recaban atención a las personas que están lejos de su familia para que esa lejanía no rompa el vínculo familiar que tenían antes de emigrar. También se preocupan de la integración de ellas así como de los ya nacidos en el país de acogida para que no se sientan extraños en el país que los vio nacer.
Los jóvenes son asimismo motivo de preocupación para el papa, tanto los que lo hacen voluntariamente como estudiantes o trabajadores, como los que se ven forzados a hacerlo de forma irregular o están en obligados a vivir en campamentos de refugiados. Para los estudiantes, “migrantes temporales”, el papa pide que tengan una atención pastoral específica que les ayude a superar las dificultades que se les van presentando a lo largo de este tiempo a la vez que se les acompañe en la maduración de su fe en un ambiente multicultural y multirreligioso.
En cuanto a los adolescentes y jóvenes que han crecido en campos de refugiados el papa se lamenta de esa situación e insiste que esa etapa de la vida en la que el joven necesita estabilidad, seguridad y serenidad es muy importante para su posterior desarrollo y no debe ser alterada para que puedan ver la posibilidad de incorporarse a la sociedad en el futuro sin rencor y sin violencia.
Pero los papas nos enseñan no solo a cómo tratar a los migrantes sino que nos ayudan a ver este fenómeno tan importante actualmente como una oportunidad para todos.
En primer lugar, como una oportunidad de evangelización, ya que muchas de estas personas van a países donde el cristianismo es minoritario y ellos, con su compromiso cristiano y su ejemplo pueden llevar el evangelio a quien no lo conoce. Para ello es necesario que se les acompañe y se les forme adecuadamente para que puedan realizar esta misión.
Para el papa Francisco, a la vez que denuncia con su contundencia habitual la situación de las personas que tienen que superar grandes dificultades en su viaje hasta llegar al lugar deseado y que son víctimas de explotación, marginación, discriminación, restricción de sus derechos, etc., hace un llamamiento para que veamos como una oportunidad de enriquecimiento al convivir con personas de otras culturas y religiones que nos haga superar los prejuicios de los unos con los otros. De esta manera podremos vivir la realidad de una Iglesia sin fronteras.
Frente al fenómeno de la globalización el papa Francisco propone que se globalice la caridad y la cooperación para que se humanicen las condiciones de los migrantes. A esta solidaridad hay que añadir la voluntad y la creatividad necesaria para desarrollar un orden económico-financiero más justo y equitativo que junto con un compromiso más firme por la paz nos lleve a todos a un auténtico progreso.
Dentro de dos días celebraremos el nacimiento de Jesús al que nadie quiso acoger porque sus padres eran extraños en el lugar al que llegaron para empadronarse. Al cabo de unos meses tuvo que emigrar a Egipto, junto con su familia huyendo para no ser matado.
Feliz Navidad