Todos queremos la excelencia de nuestras hermandades; pero para ser excelentes hay que reflexionar y crear conocimientos, para alcanzar así una comprensión completa y cabal de las mismas. Eso nos está llevando en este blog a tratar formular sus fundamentos teóricos y doctrinales, con anclajes en el derecho civil y canónico, la economía, teología, antropología, los modelos de gestión o la comunicación institucional, entre otras materias.
Hoy abordamos –en dos entregas- un tema complejo, pero de importancia decisiva: plantear los fundamentos antropológicos de las hermandades. Espero que estas líneas sirvan para posteriores desarrollos de especialistas en el tema.
Contemplando un cuadro
La Capilla Sacramental de la Iglesia de San Lorenzo, en Sevilla, está decorada con unas magníficas pinturas murales de Domingo Martínez y Gregorio de Espinal, datadas en 1718 (R. CAÑIZARES). Entre ellas hay una que, por su situación en la capilla, es difícil ver; pero merece la pena descubrirla.
El fresco que comento representa un antiguo molino de piedra; pero lo que está moliendo no es trigo, sino corazones. Una iconografía bastante insólita que atrae la atención y lleva al visitante a pararse ante el cuadro, tratando de interpretar lo que el artista quiso expresar.
La realidad que ofrece la imagen es aparentemente cotidiana, pero alterada. Lo normal es utilizar los molinos para moler trigo, no corazones. Unos granos de trigo que, hasta llegar a ofrecerse en la piedra, han tenido que ir construyendo su propia historia, cada uno la suya. Historias personales. El origen de cada uno de esos granos estuvo en un grano anterior que fue enterrado en la tierra y allí se fue consumiendo para dar origen a una espiga, llena de nuevos granos. Esa espiga, junto con las demás, fue objeto de tratamientos y cuidados, hasta que los granos maduraron. Una vez segada se les sometió a distintos procesos, más o menos contundentes, hasta dejar el grano limpio, apto para ser llevado al molino. Es entonces cuando se extiende en la piedra, junto con otros, para molerlo, transformándolo en harina, susceptible de convertirse en alimento.
Tratando de adivinar las intenciones del artista podemos intuir un paralelismo entre esas imágenes que tan bien conocemos y la historia del hombre, de cada hombre, expresadas plásticamente en la Capilla Sacramental.
La semana que viene trataremos de ello.