El papa Francisco ha dicho que «la Iglesia debe meterse en la gran política». Parece que la frase ha llamado la atención y ha merecido algún que otro titular. El papa Francisco nos llama a meternos en política «especialmente en las situaciones donde se tocan las llagas y el sufrimiento dramático». La verdad es que me llama la atención que este llamamiento del Papa suscite titulares y no porque no sea relevante, que lo es y mucho, y más ahora, sino porque cualquiera que haya leído la Exhortación Evangélica Evangelii Gaudium, ‘La Alegría del Evangelio’, o la Carta Encíclica Laudato Si´ Sobre el cuidado de la casa común o la Bula de Convocatoria del Jubileo Misericordiae Vultus, ha podido detectar la implícita llamada a la participación, a que la Iglesia abandere causas justas.
Cáritas hace alarmantes llamamiento avisando, por ejemplo, del incremento de la desigualdad en España. Esto es sólo un indicador de las situaciones injustas que vivimos. Estamos en tiempo de elecciones, los políticos no van a explicar de qué forma van a transformar una sociedad que es un barco que hace aguas por muchos puntos.
El papa Francisco nos llama a la responsabilidad, llama a la Iglesia a la participación. Es un buen momento para que los cristianos nos preguntemos qué mensaje político está más cerca del Evangelio, del Mensaje de Jesús, de la Doctrina Social de la Iglesia, de nuestros Dogmas esenciales, y especialmente, como dice el propio Papa, de los «descartados de la sociedad».
La próxima semana nuestro Arzobispo, mons. Juan José Asenjo, acoge el Encuentro de Pensamiento Cristiano que versará sobre el tema: «La responsabilidad de los católicos en la vida pública, nuevas perspectivas». Tenemos de nuevo una estupenda ocasión para cambiar impresiones, con el éxito de anteriores ocasiones, y debatir acerca de nuestro papel en el espacio y tiempo que nos ha tocado vivir, y con la idea del papa Francisco de que la Iglesia debe meterse en la gran política.