COFRADES 3.0

3-0-logoPara  explicar cuáles son los Cofrades 3.0, los de última generación,  hay que aclarar antes la diferencia entre  cofrades y capillitas.

Cofrade es aquella persona que conoce las hermandades, su historia, su influencia en la configuración del alma de la ciudad. Conoce también la pequeña historia de cada hermandad, los grupos de cada una, las juntas de gobierno pasadas y las que pueden venir y las ideas de cada una; tiene sentido de la medida y de las formas; conoce el protocolo decantado a lo largo de siglos, en ocasiones, y reconoce su importancia como manifestación externa de respeto;  valora las funciones principales por la magnificencia del altar de cultos, pero también por la profundidad de la predicación; saben que el fundamento de toda Hermandad  es la fe y el sentido religioso.

Los capillitas son la caricatura de los anteriores. Entusiastas de la  estética kitsch, la que se define por la falta de autenticidad, la afectación estilística, la falsificación, el estereotipo, la imitación, el mal gusto. Se queda en lo superficial, sus opiniones se reducen a los estrenos, las flores, el tipo de incienso, los cambios de capataces o bandas de música. No ve más allá de esas cuestiones externas. Le proporciona una íntima seguridad el conocer datos (opiniones pocas) no compartidos. Su hábitat natural son los besamanos y las redes sociales.

Del capillita no me ocupo, es una subespecie de difícil recuperación puesto que ha colmado sus  expectativas y ya no aspira a más. De los cofrades sí, no sólo son respetables sino que pueden mejorar su bagaje y su aportación.

Hoy se necesita el cofrade 3.0.  Al hablar del cofrade 3.0 no me estoy refiriendo al friki de las redes sociales, que está todo el día colgando vídeos de ensayos costaleros y difundiendo noticias inverosímiles, sino al que trasciende lo inmediato  para adquirir y perfeccionar  una idea completa de lo que es una Hermandad, su naturaleza y fines, y del papel que tiene que jugar, a través de sus  hermanos, en la Iglesia y la sociedad. El que no se queda anclado sólo en lo anecdótico, sino que también es capaz de elaborar un modelo conceptual de las Hermandades y su papel en la sociedad actual. El que sabe alternar las páginas de sociedad  con las de pensamiento.

También el que reconoce e identifica el papel del laico en la sociedad actual, sin confundir  laicidad con laicismo. La laicidad   es el mutuo respeto entre Iglesia y Estado, fundamentado en la autonomía de cada parte,  y el laicismo es la tendencia que impone la exclusión de lo religioso de los distintos ámbitos de la sociedad, con la pretensión de que quede reducido al ámbito privado.

El papel de los laicos en la sociedad, y con ellos de las Hermandades, es llevar todas las realidades humanas -la familia, el trabajo, la empresa, la moda, el deporte,…-   a su fin trascendente,  a  aquellos principios que las hacen más humanas: la dignidad y primacía de la persona, la libertad responsable, el amor a la verdad, el respeto a la Justicia, el espíritu de servicio, la comprensión mutua, la práctica de la caridad. En eso consiste la laicidad que se reclama a las Hermandades y a la que están obligadas por Reglas.

Costoso, pero ahí está la clave. Si no se termina cayendo en un manierismo cada vez más acusado  en lo exterior -rebuscamiento, artificiosidad, pérdida del sentido del equilibrio y la armonía- hasta terminar siendo una caricatura de sí mismas, caldo de cultivo de lo kitch. Y sin nada en el interior.

Hay que ser 3.0