El pasado 16 de marzo se estrenó en un teatro de la romana Vía de la Conciliación un espectáculo titulado “El Juicio Universal: Miguel Ángel y los secretos de la Capilla Sixtina”. Esta muestra de Artainment‑arte y entretenimiento‑ permitirá al visitante introducirse en ‘el tormento y el éxtasis’ de Miguel Ángel Buonarroti al servicio del Papa Julio II, para iniciar su histórica obra maestra. Con música original de Sting y un moderno montaje de Marco Balich con gran protagonismo de la luz, el sonido y las tecnologías digitales, la representación dura 60 minutos y “es un espectáculo nuevo y único”, en palabras del secretario de Comunicación del Vaticano, Dario Viganò.
La iniciativa vaticana trae a la memoria la conocida película histórico-biográfica “El tormento y el éxtasis” (1965), inspirada en la novela de Irving Stone “La agonía y el éxtasis”, dirigida por Carol Reed (“El tercer hombre”; “Oliver; “Trapecio”) y con banda sonora de Jerry Goldsmith & Alex North. El filme se centra en los conflictos internos y externos que ocasionaron la decoración de la bóveda de la Capilla Sixtina. Su título antagónico resume perfectamente lo que supuso el proceso pictórico de esta obra, en especial para sus dos protagonistas: Miguel Ángel Buonarroti (Charlton Heston) y el Papa Julio II (Rex Harrison).
El guión cinematográfico extrae del best seller, concretamente, el episodio tormentoso que duró la ejecución del techo, de 1508 a 1512. Un pulso de voluntades entre “el divino”, como ya era conocido el genio en la Academia de Florencia, y un tenaz representante de la Iglesia que decide de pronto aplazar la ejecución del mausoleo encargado a Miguel Ángel y urgirle a recuperar los techos decadentes de la capilla de Sixto IV. Esta es la verdadera mecha que enciende al artista: el incumplimiento de la palabra y el giro del oficio impuesto, para el que no se sentía ni cómodo ni seguro.
El mismo artista escribe en una carta fechada en 1547: “La escultura es la antorcha de la pintura; entre la una y la otra hay la misma diferencia que entre el sol y la luna”. Y esta resistencia será el origen de las disputas entre caracteres y principios político-culturales opuestos que no facilitan el entendimiento: un mecenas papal conquistador, mitad soldado por los rescoldos medievales de la Iglesia, que lucha, condiciona e impone sin derecho a réplica, enfrentado a un nuevo concepto de artista del Renacimiento con su talante rebelde y su capacidad de respuesta ante los principios de la libertad, la razón y la técnica.
En “El tormento y el éxtasis” el Tiempo (así, con mayúscula) es factor clave: un tiempo interior, que marca el proceso íntimo del creador; un tiempo físico para la ejecución; el tiempo impaciente del otro, del cliente que no empatiza y solo anhela el deleite de la contemplación y el renombre; un tiempo de acompañamiento y escucha por parte de Tesina Medici, la incondicional admiradora de Miguel Ángel; y, finalmente, un tiempo de tregua y encuentro, ya sin gritos ni pugna: “No se trata de hacer un retrato a Dios ‑coinciden Papa y artista‑, sino de dejar un testimonio de fe a quienes lo contemplen”.
Los estudios Dino de Laurentis en Roma reprodujeron la Capilla Sixtina a idéntica escala, incluidos pinturas y colores. Pese a su costosa producción y a las 5 nominaciones que recibió a los Oscars de 1966, la cinta no obtuvo el éxito esperado de taquilla, tal vez porque el público de hace más de cincuenta años reclamaba otros impactos y ritmos en la gran pantalla (se tildó a la cinta de “fresco histórico” estático y sin suspense); o quizá porque los espectadores no llegaron a captar el subtexto de un episodio tan turbulento.
El tormento del artista duró casi un lustro, pero el éxtasis ante este poema visual perdura gracias a un Papa insistente que amaba el arte y la belleza y que se sintió instrumento para encomendarlo al genial, polifacético, inteligente, perfeccionista, hasta místico y espiritual Miguel Ángel Buonarroti… Un legado para la Historia que es también una forma de oración.
Encarnación Ramírez