Lunes de la 25ª semana del Tiempo Ordinario (C)

Lectura del santo Evangelio según Lucas (8, 16-18)

«Nadie que ha encendido una lámpara, la tapa con una vasija o la mete debajo de la cama, sino que la pone en el candelero para que los que entren vean la luz. Pues nada hay oculto que no llegue a descubrirse ni nada secreto que no llegue a saberse y hacerse público. Mirad, pues, cómo oís, pues al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener».

Comentario

Para que los que entren vean la luz

Jesús es la luz del mundo y la lámpara que le toque encender a cada cristiano (a cada uno de sus seguidores) debe alumbrar con su luz. No son nuestras bellas palabras ni nuestras requisitorias las que van a conmover al mundo, sino la forma en que esa Palabra luminosa se ha hecho carne en nuestra  vida y habla por sí misma. Evangelizar no es otra cosa que encender esa potente lámpara de nuestros pasos que es la Palabra y dejarla en lo alto para que los que entren la vean. Esconderla u ocultarla es una forma de traicionarla. Sólo desde la escucha atenta a esa misma Palabra es posible avanzar por el sendero del seguimiento a Cristo, de modo análogo a que se lleva una lámpara para caminar por un sendero estrecho y lleno de baches.

 

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