CUANDO LA NATURALEZA ESTORBA

  

 
 
 “…Hombre y mujer los creó” (Gén1, 27)
 
El cuerpo y el alma constituyen la totalidad unificada corpóreo-espiritual que es la persona humana ” (Familiaris Consortio, núm. 11). Esta sólo puede existir como hombre o como mujer.
 
 
Nuestro espíritu se encarna en nuestro cuerpo que necesariamente es femenino o masculino y por esta unidad entre cuerpo y espíritu los seres humanos somos en nuestra totalidad hombres o mujeres.
 
Esto es lo que S. Juan Pablo II denominaba “la antropología adecuada”. 
 
Por ello, como la Creación nos habla del Creador, no debemos permitir que algunas ideologías culturales dominantes nos confundan y nos hagan creer que la sexualidad está desvinculada del cuerpo con el que nacemos. Esto es uno de los principales postulados de la Ideología de Género. En el fondo representa la rebelión de la criatura contra su Creador.
 
Otro postulado es entender la relación entre hombre y mujer, no como una complementariedad recíproca con igual dignidad, sino presentarla ante la sociedad como una lucha entre sexos. Lo cual no es conforme a la naturaleza porque el matrimonio nace del amor y no de la confrontación.
 
Para conseguir esta igualdad que pretenden, la maternidad es un elemento fundamental a atacar, presentándola como un factor diferenciador favorecedor de la opresión y desigualdad sobre la mujer, y no como un don que hace que se transmita la vida desarrollando así toda la potencialidad del hecho de ser mujer.
 
¿Qué consecuencias podemos detectar bajo estos postulados?
Una banalización de la persona y de su sexualidad, aborto prácticamente libre, pansexualismo, deconstrucción del concepto de matrimonio y familia, divorcio exprés, invierno demográfico….
 
Muestra de todo esto son una serie de videos que se están proyectando en algunos colegios concertados y que son presentados antes los padres como “coeducación”, cuando lo que realmente esconden son planteamientos que responden a la Ideología de Género y que, como toda ideología, es reduccionista de la persona.
 
No nos olvidemos que ninguna política pública es neutra y que todas responden a un concepto de persona y de sociedad.
Por tanto, nos tenemos que informar y formar para poder defendernos frente a aquellos postulados culturales que nos presentan como los más deseables para nuestra felicidad, estando, la mayoría de ellos, basados en puros egoísmos y claramente incompatibles con la fe cristiana.