Hace ya unos años, antes de entrar en una reunión, le pregunté a la Jefe de Estudios de un colegio qué tal le iba con sus alumnos. Ella, con un semblante «de pocos amigos”, me contestó que estaba bastante harta de la falta de respeto de éstos hacia los profesores.
Días anteriores a esta conversación, se había abierto un debate en prensa replanteando el trato de “usted” en las aulas, para prevenir precisamente de lo que se quejaba esta profesora.
Yo, convencida de los beneficios de ese trato a los profesores, se lo hice saber.
Cuál fue mi sorpresa, cuando al terminar de exponerle los argumentos para poder ayudarla, me respondió que eso estaba ya desfasado.
Y me siguió argumentando que hay que estar «cercano a los alumnos, evitando así barreras».
Me van a perdonar por ser tan clara, pero creo que esas afirmaciones se caían por su peso. Es decir, me quejo de la falta de respeto de los jóvenes de hoy en día, pero el plantear el trato de usted en las aulas para evitarlo es volver a «lo de antes » y ,por eso, no vale actualmente.
Con todos mis respetos, eso es pura demagogia. Un argumento muy utilizado para criticar todo lo relacionado con otros tiempos y que carece de razón.
¿Estamos educando a los jóvenes para la sociedad que se van a encontrar? ¿O tal vez será la vida la que terminará poniéndolos «en su sitio»?
Cuando lleguen al trabajo se encontrarán que no están preparados. No se puede educar desde el individualismo fomentando “el yo” y no el aprender a vivir en comunidad respetando al otro
Cuando escucho la pregunta: ¿Qué sociedad le vamos a dejar a nuestros hijos?, me cuestiono si no será más correcto plantear: ¿Qué hijos le vamos a dejar a la sociedad?…
Se han perdido una serie de principios fundamentales para la convivencia, ¿no será tal vez que se ha roto la cadena de transmisión de los mismos en las familias…?
Dejo ahí la reflexión..