Pilar Azcárate se me ha adelantado escribiendo sobre este tema en su blog, pero creo que no está mal que haya dos entradas hablando del importante mensaje del papa para la II Jornada Mundial del Pobre. Ella aporta una magnífica reflexión y yo lo que hago es resumir el mensaje.
Como es tradicional en él, el Papa hace uso de verbos que actúan de hilo conductor sobre lo que nos quiere decir. Estos verbos son tres:
Gritar. El pobre gritó y el Señor lo escuchó (Sal 34,7). Nosotros también estamos llamados a ir al encuentro de las personas que son atropelladas en su dignidad, perseguidas en nombre de una falsa justicia, oprimidas por políticas indignas y atemorizadas por la violencia para escuchar su grito y reconocer sus necesidades. El papa Francisco se pregunta cómo este grito del pobre que expresa sufrimiento y soledad, desilusión y esperanza y sube a la presencia de Dios no llega a nuestros oídos. Lo que necesitamos es hacer silencio en la escucha, porque a veces hablamos demasiado y quedamos atrapados en proyectos e iniciativas más tendentes a satisfacernos a nosotros que a acoger su clamor.
Responder. Dios siempre responde de forma amorosa al grito del pobre. Es una respuesta y una intervención de salvación para curar las heridas del alma y del cuerpo, para restituir la justicia y para ayudarle a iniciar una nueva vida con dignidad. También es una invitación de Dios para que todo el que cree en Él obre de la misma manera, dentro de los límites humanos. Por eso esta Jornada Mundial pretende ser una pequeña respuesta de la Iglesia para que donde quiera que haya un pobre no piense que su grito ha quedado en el vacío. Es como una gota de agua en el desierto de la pobreza pero puede ser un signo de cercanía para que sientan la presencia activa de un hermano y una hermana.
Liberar. La pobreza no es algo buscado, sino que es causada por el egoísmo, el orgullo, la avaricia y la injusticia. “Cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres, de manera que puedan integrarse plenamente en la sociedad; esto supone que seamos dóciles y atentos para escuchar el clamor del pobre y socorrerlo” (Evangellii Gaudium, 187)
Son muchas las iniciativas que diariamente emprende la comunidad cristiana como signo de cercanía y alivio ante las distintas formas de pobreza que a diario vemos. A veces esta colaboración se hace con otras que iniciativas que no están motivadas por la fe sino por la solidaridad humana y juntos podemos realizar ayudas que solos no podríamos. Nos mueve la fe y el imperativo de la caridad, aunque sabemos reconocer otras formas de ayuda y de solidaridad; pero no descuidemos lo que nos es propio: llevar a todos hacia Dios y hacia la santidad. Todo esto realizado en diálogo entre diversas experiencias y la humildad en prestar nuestra colaboración sin ningún tipo de protagonismo..
Una palabra de esperanza se convierte en el epílogo natural al que conduce la fe. El grito del pobre es también el grito de esperanza con el que manifiesta la certeza de que será liberado. La esperanza fundada en el amor de Dios, que no abandona a quien confía en Él.
Puede leer el mensaje completo aquí