Maria José Núñez
Enfermera. Misionera de San Pablo Apóstol
María José, o Pepi como le gusta que le llamen, es misionera de San Pablo Apóstol, es decir, “no soy religiosa, pero tampoco opto por el matrimonio porque ya estoy comprometida con la comunidad”, explica. Este carisma nació de la mano de un sacerdote murciano, el padre Francisco, y desde el primer momento “enganchó” a Pepi. “Con apenas 17 años oí en la parroquia el testimonio de dos misioneras y le pedí a mis padres ir a Kenia”.
“Pedía a Dios que se olvidara de mí»
Aunque su párroco le animó a seguir esta vocación, su familia la convenció de estudiar una carrera, enfermería, y a “llevar una vida más normal”. Pero, asegura, “mi inquietud permanecía”, así que durante unas vacaciones laborales decidió irse a Etiopía con las misioneras de San Pablo Apóstol. “Allí me sentía como en familia, así que al año siguiente repetí”. Durante este tiempo reconoce que “pedía a Dios que se olvidara de mí porque estaba muy cómoda con mi vida, con mi interinidad en el hospital y mis amigos”. Pero finalmente –como siempre-, la paciencia del Señor puede más, y esta gaditana lo dejó todo para ser misionera. “Al principio mis padres no lo entendieron, pero ahora, al verme tan feliz, han experimentado un cambio enorme. Ha sido bonito verlos crecer a ellos en la fe”.
“He vivido el Evangelio en mis carnes cada día y eso no tiene parangón”
Actualmente, tras casi dos décadas formando parte de esta comunidad, Pepi es “enfermera de campo” y coordina un proyecto de salud en Etiopía. Pero éste va mucho más allá de sanar a los enfermos, “también desarrollamos talleres de agricultura y construimos pozos, porque la alimentación es lo más importante para gozar de una buena salud”. Esta labor no es fácil, “hay que saber comulgar con el dolor de la gente y compartir su sufrimiento”. Pese a todo, confiesa que “he vivido el Evangelio en mis carnes cada día y eso no tiene parangón”.
De cara al futuro, Pepi se pone en manos del Señor, aunque reconoce que es necesaria la animación misionera a las jóvenes, sin intención de hacer proselitismo, sino para “mostrarles la perla de mi tesoro, que no es otra que la misión”.