Hace cuatro años decidí incorporarme al Blog con el nombre de Iglesia y Ecología, tras la invitación realizada por el Arzobispado. Creo recordar que mi segunda aportación fue en relación con el Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo. Por ello es mi cuarta aproximación al tema. De nuevo quiero manifestar una idea. Me gustaría que este día sólo fuera para ensalzar las virtudes de la mujer y su esencial aportación a la vida y la sociedad. Pero, desgraciadamente, sigue siendo un día donde la reivindicación de derechos conculcados o no adquiridos es la parte esencial.
Ha escrito Louann Brizendine en su libro El Cerebro Femenino que «todo cerebro humano empieza como cerebro femenino”. Los derechos y posibilidades deben ser los mismos que los de los hombres sin ninguna matización. Las mujeres constituyen una parte esencial de la vida y la sociedad como ya hemos indicado. Los colectivos feministas y, en general, la sociedad civil, volverán a salir a las calles de las principales ciudades españolas el próximo domingo 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. Asistimos a un incremento desmesurado de la denominada violencia de género; no vale hoy edulcorar esta realidad con la denominación violencia familiar, que también existe, pero hay que seguir hablando con claridad de violencia de género ante la situación actual.
La Doctrina Social de la Iglesia ha sido muy clara siempre. El Concilio Vaticano II expresó: «Llegó la hora, ha llegado la hora en que la vocación de la mujer se cumple en plenitud, la hora en que la mujer adquiere en el mudo una influencia, un peso, un poder jamás alcanzado hasta ahora» (Mensaje del Concilio de las Mujeres, 1965). Así «la igual dignidad y responsabilidad del hombre y de la mujer justifican plenamente la presencia de la mujer en todas las facetas de la vida pública». Pero hoy está la lacra execrable de la violencia de género, ¿cuántas inocentes han muerto en los últimos años por una sociedad que no soluciona sus contradicciones. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Organización de Naciones Unidas, la nueva utopía para el año 2030, en su Objetivo 5 engloba la cuestión de «Igualdad de Género», para tratar de lograr la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de todas las mujeres y niñas. El Gobierno aprueba la ley del «solo sí es sí», con un texto que acaba con la distinción entre abuso y agresión sexual e incluye el delito de acoso «callejero» y penas de hasta 15 años de cárcel para el delito de violación y el consentimiento como clave. La situación de abusos y maltratos, individuales y en grupo, hace necesario el endurecimiento de las penas. Es una pena que la sociedad haya llegado al extremo de la violencia sobre las mujeres vemos y la mujer deber ser protegida.
De acuerdo con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la igualdad entre los géneros no es solo un derecho humano fundamental, sino la base necesaria para conseguir un mundo pacífico, próspero y sostenible. Si se facilita la igualdad a las mujeres y niñas en el acceso a la educación, a la atención médica, a un trabajo decente, y una representación en los procesos de adopción de decisiones políticas y económicas, se estarán impulsando las economías sostenibles y las sociedades y la humanidad en su conjunto se beneficiarán al mismo tiempo. Entre las metas previstas por la Organización de naciones Unidas se encuentra. Aprobar y fortalecer políticas acertadas y leyes aplicables para promover la igualdad de género y el empoderamiento de todas las mujeres y las niñas a todos los niveles.
La Iglesia Católica es mayoritariamente femenina en sus cuadros, un 61% de mujeres, organizadas en distintas órdenes religiosas, frente a un 39% de hombres, entre sacerdotes, obispos, religiosos y diáconos. El papel de la mujer en formación, acompañamiento y asistencia en la Iglesia es esencial, pero hay que seguir avanzando en el papel de la mujer en la Iglesia en este mundo actual. Algunos colectivos claman por la igualdad de derechos y responsabilidades en el seno de la Iglesia. En el Evangelio muchos pasajes tratan de mujeres a las que Jesús dedicó una atención especial considerándolas iguales a los hombres. Podemos recordar a San Pablo en Gal 3, 28. A nivel mundial, y también a nivel de España, no hemos avanzado lo suficiente entre el pasado 8 de marzo y el próximo domingo, que volvemos a salir a la calle pidiendo igualdad de derechos y el cese de una violencia de género que no cesa en sus más diversas formas. Derechos esenciales a los que aspiran las mujeres, es muy lamentable que aún haya que exigirlos.
Quiero tener en este día 8 de marzo un recuerdo especial para las mujeres nacidas este día, inicialmente Día de la Mujer Trabajadora y posteriormente Día Internacional de la Mujer, como mi querida hija, una gran mujer y una ejemplar trabajadora.