¿Qué es el crismón?
El Arte Románico en sus representaciones artísticas es fundamentalmente simbólico, como corresponde a la naturaleza de su mensaje, místico por la naturaleza de su espiritualidad, y escatológico por la dedicación al más allá.
El crismón es uno de los símbolos más representativos del estilo románico. Analizamos su origen, simbolismo y componentes de su formación Debido a que aparece con una gran asiduidad, no sólo en la historiografía escultórica de tímpanos y otras ubicaciones, sino porque es signo de identidad Para multitud de documentos que, muestran de ese modo la omnipresencia del emblema y de una realidad histórica profundamente dominada por los estigmas cristianos, en cualquier modo de representación.
El Crismón simboliza el nombre de Cristo en lengua griega. Su construcción está basada en la unión, por superposición, de las letras griegas c (ji) y r (ro), que son las iniciales de su nombre cpistos. Hay a la vez otros elementos gráficos que completan el anagrama en una configuración final plena.
Se trata de la alusión al principio y fin de todas las cosas que representa la divinidad, que se materializa en la presencia de la primera y última letra del alfabeto griego, a (alfa) y w (omega), que podían ir sueltas o encadenadas a un palo central transversal que representaría el simbolismo de la cruz de Cristo. En la parte baja del palo de la r (ro) puede ir inescrutada la letra final del anagrama, una s (sigma). La finalización vendría a ser la inclusión de todo el logotipo en el interior de un círculo, que formaría la escena final, aportando la circularidad sentido de perfección, de justificación de lo absoluto, de la totalidad sin principio ni fin que significa la circunferencia.
Todos estos elementos conformarían la plenitud del anagrama, pero pueden aparecer sólo con algunos de ellos, aunque siempre con la presencia de las dos primeras letras, que definen por su comienzo el nombre de Cristo. El resto pueden ir apareciendo según lo represente el autor que lo esculpe en los tímpanos de las puertas o lo dibuje en los documentos pertinentes. Las representaciones escultóricas, que son las que nos ocupan suelen tener casi todos los elementos, aunque con variaciones en la localización de los mismos dentro de la configuración final.
El comienzo de este tipo de representación tiene que ver con las fórmulas de criptografía mística, que venía a ser un sistema de escritura con clave secreta que los cristianos aprendieron de otras civilizaciones, como la judía y la egipcia, que resultaba del ensamblaje de letras del alfabeto bajo el cual se escondía el simbolismo, y la palabra, en clave cabalística.
Así fue como los primeros artistas y artesanos cristianos crearon de forma cautelar y secreta el crismón cristológico, como medio plástico de comunicación social velado, que era una forma socio-política-religiosa de esconder sus creencias, pero a la vez de representarlas sin levantar demasiadas sospechas.
La transmisión artística y dogmática de la religión cristiana hace que no quede enmarcado exclusivamente en el marco geográfico de su nacimiento, sino que viaje con la diáspora apostólica allá donde llegó la palabra de la evangelización, como reconocimiento de la fe cristiana sin el sentido ocultista de sus comienzos, sino como alusión directa a Cristo y la fe cristiana. Es por ello que aparece en Bizancio, en la Europa carolingia, o con los monarcas asturianos de los primeros años de la reconquista, y ya después en toda la época de las edificaciones románicas y en todos los documentos reales, privados y eclesiásticos. Será en estos momentos una enseña eclesiástica o lema plástico que marcará de forma cristiana todo elemento al que se adhiera.
Su represtación en las iglesias románicas será el lábaro, o escudo, que acompañará a los innumerables tímpanos de los monumentos románicos. Un último recuento de los crismones de la comunidad de Navarra cifra en más de 125 los existentes, sólo en esa tierra. Si contásemos los existentes en la zona de Aragón, donde se extendió de igual manera el anagrama, doblaríamos la cantidad anterior. Diría yo que no había capilla, iglesia o monasterio donde no pudiera existir su presencia. como recordatorio de la presencia del nombre de Cristo.
Pero no todos guardaban fidelidad al modelo exacto, porque en algunos, por ejemplo en Estella, el alfa y la omega se situaron al revés de lo convenido, es decir primero la omega y después el alfa, como si de una nueva forma de interpretación críptica se tratara. Lo mismo sucede en el existente en la fachada de Platerías de la catedral de Santiago, donde ocurre lo mismo que en Estella; al igual que el de la puerta de entrada desde el interior de la basílica al panteón real de la colegiata de San Isidoro en León. Para la interpretación del fenómeno no hemos encontrado opiniones que nos convenzan, como no sea la más plausible del error humano.
En otros casos, como ocurre en el más famoso de todos ellos, en el tímpano de la catedral de Jaca, se usan las inscripciones de su círculo para enviar al lector un mensaje trinitario por medio de los elementos del anagrama. Así tenemos que reza el mensaje «La P es el Padre, la A (y X) el Hijo, la doble (S) el Espíritu Santo que da vida. Ellos son tres sin duda, por derecho propio, un solo y el mismo Señor.
No podemos ahora dirimir ni interpretar la variedad de crismones, ni sus interpretaciones, porque este no el motivo final del artículo, sino mostrar la realidad gráfica de una de las representaciones simbólicas más extendidos a lo largo de todas las construcciones románicas de la época medieval, el alcance a toda la geografía cristiana del momento, así como algunos de los pormenores de su formación en los primeros años del cristianismo.