¿Por qué la Iglesia, y más concretamente la de Sevilla, sigue elevando a los altares a religiosos y laicos muertos en razón de su fe durante la Guerra Civil de hace casi 80 años?
Una corriente de opinión señala injustamente a la Iglesia como instigadora de odios con sus procesos de canonización de quienes considera como mártires al dar testimonio de su fe aun a costa de la propia vida, como sucedió con los fusilados en la Guerra Civil. Nada más lejos de la intención de la Iglesia, pero el recuerdo a quienes fueron martirizados se quiere preservar como ejemplo para las generaciones actuales. Eso es lo que explica que se mantengan los procesos de canonización.