Alaben a Dios es el nombre de la Exhortación Apostólica (Laudate Deum). El propio papa Francisco explica el motivo del título cuando manifiesta que un ser humano que pretende ocupar el lugar de Dios se convierte en el peor enemigo para sí mismo, y podemos añadir que también para el resto de la humanidad y las otras criaturas del planeta. A lo largo de la lectura de este documento hemos podido analizar el punto de vista del Papa en relación con muchas cuestiones, especialmente con el poder. Un poder ejercido por personas que se creen dioses, con un poder absoluto constituye un grave peligro que todos tenemos el deber de tratar de frenar, cada uno desde su parcela de vida y el papa Francisco nos invita a todos como Iglesia.
El último apartado de la Exhortación Apostólica que analizamos, para entender cómo podemos aplicar su enseñanza desde la luz el Evangelio, lleva por título “Las motivaciones espirituales” y constituye una parte esencial de la misma. El Papa nos recuerda las motivaciones que surgen de la propia fe, ya que la fe auténtica da fuerzas al corazón humano, transformando la vida y transfigurando los objetivos, iluminando la relación con los demás y los lazos con todo lo creado. Y lo hace el Papa extensible a todas las religiones. Cada religión tiene el deber de, basada en su fe específica, tener los lazos adecuados con todo lo creado, con el conjunto de la Creación de Dios. Es muy lamentable ver como recientemente algún dirigente ha justificado, con palabras del Antiguo Testamento, la masacre de seres humanos.
El papa Francisco nos recuerda que tenemos una responsabilidad compartida con todo lo creado. De hecho en algún documento anterior califica al ser humano, la cúspide de la Creación de acuerdo con el investigador jesuita Pierre Teilhard de Chardin, en el marco del alfa y el omega, como co-creadores en el marco de lo creado. No destructores de lo creado, mundo y planeta. Esta responsabilidad ante una Tierra que es de Dios implica que el ser humano, dotado de inteligencia, en el marco de la Noosfera, concepto también de Pierre Teilhard de Chardin, respete las leyes de la Naturaleza y los delicados equilibrios entre los seres humanos de este mundo. Nada más lejos de lo que vemos cada día a través de los medios de comunicación social. Que idea más bella la que expresa que el conjunto del universo, con sus múltiples relaciones, muestra mejor la inagotable riqueza de Dios. ¿Creen en esto los que dirigen el mundo sea de la religión que sean? Y nos insiste el papa Francisco que la crisis climática, originada por una forma de vivir insolidaria de los países poderosos, ponga en riesgo la vida de tantos seres inocentes. Retomemos algo ya comentado, la inoperancia de las Cumbres del Clima, que no arreglan nada en un mundo y un planeta donde todo va cada vez peor, con culpables conocidos e inocentes igualmente conocidos.
El papa Francisco en la Exhortación nos remite a la figura de Jesús en permanente contacto con la Naturaleza, prestando a ella una atención llena de cariño y asombro. Es bonita la idea, en relación con que Jesús se asombraba de lo creado, y lo cuidado. ¿Hacemos lo mismo que hacía Jesús? Jesús recorría su tierra, ahora ensangrentada, contemplada la hermosura de lo creado por su Padre e invitaba a sus discípulos a reconocer en las cosas un mensaje divino. ¿Hacemos nosotros lo mismo? Hay un mensaje divino en todo lo que nos rodea, tras la resurrección de Jesús, nos dice el Papa, todo está orientado a un destino de plenitud. A veces me pregunto, ¿Realmente lo que escribe el papa Francisco nos influye para construir cada día, cada uno, desde su parcela de influencia un mundo mejor y más justo? Y dice, el Papa, que hay una mística en cada hoja, en cada ave, en cada camino, en el rocío de la mañana, en el rostro del pobre. Consecuencia, el mundo y el planeta cantan un mor infinito, el Amor de Dios, entonces ¿Cómo no cuidarlos?
Finalmente, el papa Francisco habla de caminar en comunión y compromiso. Un gran reto. Si Dios nos ha unido a todas sus criaturas, ¿Cómo podemos permitir que el paradigma tecnocrático nos pueda aislar del mundo que nos rodea y nos engañe haciéndonos olvidar que todo el mundo es una zona de contacto? La vida humana, nos insiste el Papa, es incomprensible e insostenible sin las demás criaturas, porque todos los seres del universo estamos unidos por lazos invisibles y conformamos una especie de familia universal, una sublime comunión que nos mueve a un respeto sagrado, cariñoso y humilde. Está muy lejos la idea de la familia universal con lo que ocurre en el planeta. Países que no quieren bajar sus emisiones de gases de efecto invernadero afectando de forma grave a inocentes a través del cambio climático originado por un calentamiento global antropocéntrico generado por dichas emisiones que son un indicar de una forma de vida insostenible de unos pocos que afecta al conjunto de la familia global y muy especialmente a los más pobres, a los más desposeídos.
Invita el Papa a la contribución, individual y comunitaria, en el acompañamiento en un camino de reconciliación con el mundo que nos alberga, embellecerlo con el propio aporte que tiene que ver con la dignidad personal y los grandes valores. Pero, nos manifiesta el Papa, que esta transformación, un mundo de soluciones efectivas, no vendrán sólo de esfuerzos individuales sino ante todo de las grandes decisiones en la política nacional e internacional. Pide el Papa un cambio cultural, anteriormente nos habló de la necesaria Revolución Cultural, un cambio cultural que implica cambio en las personas a través de un cambio social de mayor envergadura.
Es cierto que los esfuerzos individuales, llevados a cabo en cada hogar, por ejemplo consumiendo con prudencia, ayuda a crear una nueva cultura. Por ejemplo, los niños y niñas pueden observar una contribución a la solución de los problemas auspiciada por sus mayores. Pero realmente, pienso, si no hay un cambio cultural a otros niveles el mundo que unos niños y niñas solidarios en su infancia y adolescencia se van a encontrar, cuando entren en el mundo del trabajo y las posibilidades de tomar decisiones, puede no estar en equilibrio con el modelo vivido en su hogar, y el mundo no cambiará porque se verán obligados a incorporarse a una sociedad insolidaria y ruin, si quieren tener trabajo para poder vivir. El problema reside en las responsabilidades incumplidas de los sectores políticos, por mucho que se aplaudan en las Cumbres Internacionales de Cambio Climático (COP), la indignación ante el desinterés de los poderosos y los intereses ambiciosos con opciones tecnológicas que no buscan en bien común.
Un cambio generalizado en el estilo de vida irresponsable, expresa el papa Francisco, ligado al modelo occidental tendría un impacto significativo a largo plazo alcanzando el cuidado mutuo. Pero está claro que si el plazo es largo muchas personas sufrirán y morirán en el camino. Hay tendencia en los políticos y poderosos a poner plazos largos a las soluciones de los problemas sin pensar en el sufrimiento a corto plazo. Dar larga a los problemas es una huida hacia adelante que no beneficia a los pobres de la Tierra.
Por ello, el papa Francisco pide Alaben a Dios y en esta alabanza, reconociendo que no podemos ocupar el lugar de Dios, nos reconciliemos con el mundo, el planeta y sus criaturas.
Manuel Enrique Figueroa Clemente