Mientras unos obreros trabajan sobre los andamios colocados en la Catedral de Notre Dame de París, comienza la Misa de las 18:15. Dos minutos después se declara un incendio en la Catedral, que debe ser desalojada. Una niña se suelta de las manos de su madre, enciende una vela a la Virgen y reza el Padrenuestro. Sobre el cielo de París se eleva un humo denso y amenazador. Carreras, nerviosismo, órdenes, bomberos en acción… Así nos presenta Jean-Jacques Annaud, el director de “Arde Notre Dame”, la tragedia que Francia, Europa y personas del mundo entero vivimos el 15 de abril de 2019, Lunes Santo.
Estrenada en cines hace 6 meses, técnicamente la película es una maravilla, con el mérito añadido de rodar la mayoría de las escenas artesanalmente. La extraordinaria fotografía de Jean-Marie Dreujou se alía con la cámara de Annaud y la música de Simon Franglen, para entregarnos una obra épica, por momentos operística y siempre conmovedora. La cámara nos introduce en el interior de Notre Dame, entre llamas y derrumbes, para hacernos sentir el peligro, la emoción y el heroísmo de quienes se jugaron la vida por salvar algo más que unas piedras.
Situada en la pequeña isla de la Cité y rodeada por las aguas del Sena, Notre Dame es una de las catedrales góticas más antiguas del mundo. Construida entre 1163 y 1345, ha contemplado importantes hechos históricos en sus casi 9 siglos de existencia. Y también robos, profanaciones, daños y restauraciones. La Virgen, a quien está dedicada la Catedral, ha acogido las oraciones de decenas de generaciones de franceses y de peregrinos de todas las latitudes. Se calcula que en los últimos años la media de visitantes supera los 13 millones. Pero el tesoro más valioso que conserva es la reliquia de la Corona de Espinas que impusieron los soldados a Jesús de Nazaret.
Jean-Jacques Annaud ha afirmado que es ateo, pero cuesta creerlo después de ver el filme, en cuyo guion ha intervenido junto a Thomas Bidegain. Cuesta creerlo cuando repite varias veces la secuencia de personas rezando de rodillas o cantando el Avemaría. O cuando un sacerdote rescata el copón con las formas consagradas. O al ver esa imagen de la Virgen que parece llorar. O al contemplar el último plano, que no desvelo. Sin duda, la laica Francia es muy celosa de sus ‘bienes culturales’ y la colaboración de algunas autoridades en la cinta puede responder a esta motivación. Pero…
Drama, recreación espléndida de un hecho histórico y a la vez película de acción, “Arde Notre Dame” queda también como un valioso documento que, conscientemente o no, dejar entrever las raíces cristianas de Europa.
Juan Jesús de Cózar