El 24 de mayo es la festividad de María Auxiliadora y hoy, Lunes de Pentecostés, festividad de la Virgen del Rocío. No habrá sevillanos con el corazón dividido sino al contrario, con la oportunidad de una doble celebración, de un doble gozo y de recibir las bendiciones maternales de ambas advocaciones, pues son dos Vírgenes de Gloria que portan al Niño Jesús.
Auxilio de los Cristianos es la llamada de esperanza que expresaban los primeros cristianos cuya sangre mártir derramada fecundó la Iglesia primitiva de fe. Es la invocación de San Juan Crisóstomo en una homilía del año 345. Es la letanía del Rosario. Y es el clamor de agradecimiento que lanzó el Papa Pío VII al ser liberado de las tropas napoleónicas un 24 de mayo de 1814.
Esas son las raíces cristianas de la advocación que se universaliza con el extraordinario hombre de fe que fue San Juan Bosco. Desde su sueño a los nueve años donde la Señora, aquella a la que su madre enseñó a saludar dos veces al día, le indica su misión entre los jóvenes hasta la fundación del Instituto de Hijas de María Auxiliadora, monumento vivo de agradecimiento a la Virgen, en 1872, con Madre Mazzarello cuya festividad fue el pasado 14 de mayo.
En Sevilla hay seis presencias salesianas: dos colegios de salesianos, dos colegios de salesianas, uno de misión de salesianos en el Polígono Sur (regalo por los cien años de presencia salesiana en Sevilla) y una misión salesiana en otro barrio desfavorecido. Utrera es la primera casa salesiana fundada fuera de Italia, en 1881. Y un utrerano es el autor del famoso himno a María Auxiliadora “Rendidos a tus plantas”. La imagen más antigua es la que custodia el Colegio de San Vicente.
Del alegre barullo de los niños y jóvenes instruidos en el sistema preventivo salesiano bajo el manto protector de María, nos vamos a las arenas de esfuerzo y alegría de las peregrinaciones rocieras.
La aparición de una virgen en tierras almonteñas del Coto de Doñana en los tiempos del Rey Alfonso X es el origen histórico de la devoción mariana más universal que ha dado nuestra región. Como en tantas leyendas, cuentan que la Virgen no quiso moverse del sitio y allí se le construyó una ermita. El actual santuario fue bendecido con la presencia del Papa San Juan Pablo II en su visita de 1993. El balcón desde el que se habló a los rocieros es hoy un púlpito de honor.
La primitiva Señora de las Rocinas pasó a denominarse Rocío y su romería transcurre en Pentecostés como símbolo del papel preponderante de María en la Venida del Espíritu Santo. Como nos recordó el Papa Benedicto XVI:
“No hay Iglesia sin Pentecostés y no hay Pentecostés sin María”
La devoción a la Virgen del Rocío entró en nuestra ciudad por Triana, en fechas tan remotas que la Hermandad celebró su bicentenario en 2013. En el siglo XX habrá una eclosión de fervor rociero que se manifiesta en un gran número de fundaciones de hermandades e incluso una parroquia y a nivel civil, un hospital. Actualmente no hay ninguna parroquia con ese nombre pero ya están iniciados los trámites para añadirlo al de la Parroquia de San Juan de Ávila. Y respecto a las hermandades son: Triana, Sevilla, Cerro del Águila, Sevilla Sur, Sevilla Macarena y Castrense (aunque ésta no pertenece a nuestra diócesis). Hablamos de Sevilla capital, discúlpenme los rocieros de la provincia que no les nombre.
Pero dejémonos de cifras y datos, para embriagarnos por el fervor rociero, de todo aquel y toda aquella que “está cargado de años y sigue haciendo el camino”. Generaciones que transmiten de padre a hijo, de abuela a nieta, que la Virgen del Rocío, más allá de sus incontables milagros durante siglos, es la que siempre espera al final del camino, la que siempre alienta la vida del peregrino, la que nos enjuga las lágrimas y sinsabores de la vida. Ella y el Pastorcito Divino nos colman de bendiciones porque son la promesa de que las Puertas del Cielo se nos abren a quienes peregrinamos por la vida con fe, esperanza y caridad. El Rocío es la expresión máxima del Éxodo bíblico como atinara a exponer Pablo Borrallo:
“Si el pueblo judío alcanzó la liberación de la esclavitud de Egipto, los romeros que se echan a caminar hacia las Marismas están llamados a alcanzar la liberación espiritual por medio de las gracias que derrama la Virgen del Rocío.”
El calendario ha querido reunir ambas festividades y aunque parezca idóneo porque el Rocío a veces es a finales de mayo, no lo es tanto y no volverá a coincidir hasta el año 2083.
“Ella lo ha hecho todo”. Don Bosco
¡Y Viva la Blanca Paloma!