La Divina Pastora es una importante obra escultórica de principios del siglo XVIII, de las primeras que se hicieron de esta advocación, que en opinión del profesor Jorge Bernales Ballesteros, se puede atribuir al círculo de Francisco Antonio Gijón.
La romería de la Divina Pastora se celebra por primera vez el 30 de septiembre de 1952, por iniciativa de un grupo de hermanas apoyadas por el capuchino Fray Claudio de Trigueros.
Lo que comenzó siendo una jornada de convivencia en Los Pajares, con el paso de los años, se ha convertido en una de las romerías más conocidas y numerosas de la provincia de Sevilla.
En el año 2003, las fiestas y romería de la Divina Pastora fueron declaradas oficialmente de Interés Turístico Nacional de Andalucía, por la Consejería de Turismo y Deporte de la Junta de Andalucía.
Debido al carácter que fue adquiriendo ésta, en 1985, coincidiendo con el XXV aniversario de la construcción de la ermita, la Hermandad decidió ampliar a dos días la celebración de la fiesta, el último fin de semana del mes de septiembre.
Romería a la que la Titular de la Hermandad peregrina periódicamente hasta su ermita cada cinco años o bien de forma extraordinaria con motivo de algún acontecimiento especial.
Previo a la romería, el jueves por la noche, sale de la Parroquia de la Asunción de Cantillana, el Santo Rosario, presidido por el Simpecado de la Divina Pastora y en el que participan todos los hermanos y hermanas de la Hermandad.
Pero es al amanecer del último sábado de septiembre cuando Cantillana despierta de una manera especial. Pues a las diez de la mañana las puertas de la parroquia se abren para que salga el Simpecado pastoreño, iniciandose así una nueva romería.
Al salir del pueblo, la comitiva toma el camino del pozo que lleva al río Viar y recorre la orilla hasta cruzar sus aguas, donde se hace parada obligatoria para cantar la Salve.
Poco después el Simpecado llega a la ermita entre el clamor de una multitud devota. Ya por la tarde tiene lugar la Santa Misa y el recibimiento de las Hermandades pastoreñas llegadas de otros lugares, que posteriormente acuden con sus insignias al Santo Rosario cantado de medianoche, que llena de avemarías y luminarias las calles de la aldea, en dos largas filas de hermanos.
En la mañana del domingo se celebra la Santa Misa de romeros, cantada por el coro de la Hermandad. Cuando llega la tarde se emprende el camino de vuelta, será entonces al anochecer, en el cauce del río Viar, cuando se produzca uno de los momentos estéticamente más conseguidos de la romería, alumbrando los caballistas y romeros con bengalas el paso de la carreta.
Las calles de Cantillana repletas de romeros acompañan al Simpecado hasta su entrada en el templo. Desde las diez de la noche se encuentra la Divina Pastora en Besamanos. Ya de madrugada, los pastoreños vuelven a sus casas, no sin antes depositar un beso en las benditas manos de su Pastora, soñando ya con un nuevo septiembre.
Es esta romería, en definitiva, donde los pastoreños cantillaneros, mantienen como herencia preciada de siglos, signos y testimonios de cariño y devoción a la Madre de Dios. Cadena de amor sincero, que nunca se romperá, para gloria y alabanza a Dios y a su Madre, aclamada de generación en generación como celestial y Divina Pastora del pueblo de Cantillana.
Aparte de todos los cultos que esta Hermandad tiene recogido en sus Reglas, durante todo el año se facilita a los hermanos el cumplimiento del precepto dominical, con la celebración de la Santa Misa en la ermita de la aldea pastoreña de Los Pajares.
Mari Carmen Hernández.