Carmen Salgado: “Cuantos más años cumplo más necesito de la oración y la Eucaristía”

  • Voluntaria de Cáritas Parroquial de Santa Ana, de Sevilla
  • 1970 (Sevilla)
  • Asesora de empresas

Actualmente, Carmen vive su vida cristiana en la Parroquia de Santa Ana, y desde 1998 forma parte del grupo de Cáritas parroquial. Afirma que allí practica su fe y se siente “como pez en el agua”. A lo largo de los años ha descubierto que la oración y la Eucaristía son los pilares fundamentales de su fe, y cuantos más años cumple más necesita de ambas.

Carmen revela que nacer en Sevilla facilita mucho conocer a Dios. “Desde el vientre de nuestras madres, ya estamos recibiendo la fe a través de la hermandad familiar que se transmite de generación en generación”, explica. A sus hermanos y a ella se les transmitió la fe a través de las hermandades de la Esperanza de Triana y del Cachorro, pero también afirma que “esa es la semilla, pero si no se riega ni se cuida, no crece”. Para ella, es fundamental con los años “el conocimiento del Evangelio para formarse como auténticos cristianos que conocen a su Dios hecho Hombre para imitarlo y amarlo sobre todas las cosas”.

A esto se suma el servicio a la Iglesia que ha venido desarrollando a lo largo de su vida. Por ejemplo, desde la incorporación de Manuel Soria en la parroquia el pasado mes de septiembre, Carmen forma parte del consejo económico. “Nuestra función es gestionar la economía de la parroquia, buscar recursos para su mantenimiento y asegurar que Cáritas tenga lo necesario para atender a las familias necesitadas”, explica.  Compara el consejo con una “sala de máquinas” donde todo tiene que estar a punto para que funcione como es debido, y cuando algo falle, buscar soluciones.

Cáritas

Sin embargo, lo que mejor define su apostolado es el voluntariado en Cáritas. Todo comenzó cuando Manolo Tello, antiguo hermano mayor de la Hermandad de la Pastora con sede en la parroquia, la llevó un martes para presentarle a las voluntarias. “Lo que pensé que sería solo un día se ha convertido casi en la mitad de mi vida”, confiesa. Carmen recuerda sus primeras semanas, desorientada y con temor, pero convencida de que era Dios quien movía los hilos.

En la Cáritas parroquial su labor consiste en acompañar a personas con dificultades, no solo económicas, sino también de cualquier tipo que impida su crecimiento. “Es tanta la variedad de personas que se acercan a nosotros buscando un poco de luz que, a veces, solo piden ser escuchadas para encontrar consuelo ante tanta miseria”, comenta. Para Carmen, la formación es fundamental para el voluntariado. Señala que “continuamente nos reciclamos con el apoyo de técnicos de acompañamiento en Cáritas Diocesana”. A veces, enfrentan situaciones tan complicadas que necesitan una mano experta. Además, lidian con la burocracia ayudando a las familias a tramitar solicitudes de ayuda, “a menudo los voluntarios actuamos como funcionarios de Estado, tramitando ayudas a través del registro electrónico de la administración”, añade.

Carmen enfatiza que los voluntarios de Cáritas son personas que acompañan a otros movidos por la fuerza del Espíritu Santo. En esta línea, el papa Francisco define a Cáritas como “la caricia de la Iglesia a su pueblo, la caricia de la Madre Iglesia a sus hijos, la ternura y la cercanía”.

A lo largo de estos años, esta sevillana ha vivido muchas historias, pero una que le marcó profundamente fue la de dos madres con sus hijos que llegaron huyendo de la guerra de Ucrania en el verano de 2022. Sus maridos se quedaron luchando en el ejército. A pesar de ofrecerles una vivienda y un futuro prometedor lejos de la guerra, decidieron regresar a su patria. Carmen comenta que fueron muy valientes por tomar esa decisión. “Ser voluntario también es respetar la libertad de las personas y acompañarlas con oración cuando es lo único que podemos hacer”, reflexiona.

Concluye con una reflexión: “Prohibido perder la alegría y la esperanza. A pesar de las tensiones mundiales, un mundo mejor es posible. Ante el cansancio y el miedo, debemos seguir remando y rezando, confiando en la Virgen para que nos lleve de su mano. Como nos susurra: ‘No tengas miedo, ¿no estoy aquí que soy tu Madre?’”.