Podríamos empezar conociendo el concepto lo que es el duelo.
El duelo es una reacción a la pérdida de una persona querida causando dolor, pena, tristeza y abatimiento para aquellos a los que deja en soledad al sobrevivirle.
Dejarse cuidar. El duelo es una tarea personal en soledad consigo mismo pero no estar solo, no aislarse. El dolor compartido es más llevadero y se sobrelleva con menos angustia.
El aspecto emocional hace que se sientan gran variedad de sentimientos si se mantienen en un límite que no se traspase a la realización de conductas autodestructivas. Es muy importante “permitirse estar en duelo” darse permiso para sentirte mal y no pretender que el malestar pase pronto. Necesita realizar lo que se llama “el camino de las lágrimas”.
Permitirse el recuerdo de las cosas positivas ayuda a encontrar una pacificación interior. Voy a contar una experiencia: “Durante muchos años, un hombre solía acudir junto a su esposa todos los domingos a desayunar a cierto bar donde servían unos croissants muy especiales. Se sentaban los dos y leían cada uno sus respectivas lecturas. Al fallecer ella, dejó de ir al bar encontrándose triste y sin ganas de retomar la tradición. Sin embargo, se despertó un domingo y su mente pensó en la tradición de aquellos desayunos; por un momento olvidó que estaba solo y al darse cuenta de que su mujer no lo podía acompañar, decidió llevarla consigo mismo. Así, retomó la tradición de ir a tomar el desayuno que le hacía tener ese recuerdo tan entrañable de su mujer”.
Es el momento de tomar conciencia de lo verdaderamente importante de la vida. Nosotros continuamos escribiendo la biografía del que se ha ido. Continuemos nuestra vida que con nosotros van ellos también.
María José Marcilla es psicóloga y colaboradora del COF de Dos Hermanas