Todos rezamos el Ave María. Pero ¿cuántos conocen su verdadero significado? ¿Qué se quiere expresar con esta oración?
En el libro María. Mamma di tutti (ediciones San Pablo, publicado en Italia) es directamente el Papa Francisco quien nos enseña el sentido de las palabras de esta importantísima oración.
Llena de gracia
El ángel Gabriel llama a María «llena de gracia» (Lc 1,28): en ella, observa el Papa, «no hay espacio para el pecado, porque Dios la preeligió desde siempre como madre de Jesús y la preservó de la culpa original».
«Y el Verbo se hizo carne en su seno. También a nosotros se nos pide escuchar a Dios que nos habla y acoger su voluntad. El Señor nos habla siempre».
El Señor está contigo
Lo que sucedió en la Virgen de manera única, sostiene Francisco, «sucede a nivel espiritual también en nosotros cuando acogemos la Palabra de Dios con corazón bueno y sincero y la ponemos en práctica. Sucede como si Dios tomase carne en nosotros, Él viene a habitar en nosotros, porque toma morada en los que lo aman y observan su Palabra. No es fácil entender esto, pero, sí, es fácil sentirlo en el corazón».
«¿Pensamos que la encarnación de Jesús es algo del pasado, que no nos afecta personalmente? Creer en Jesús significa ofrecerle nuestra carne, con la humildad y el valor de María».
Bendita eres entre las mujeres
¿Cómo vivió María esta fe? «La vivió – responde el Papa – en la sencillez de las miles ocupaciones y preocupaciones diarias de cualquier mamá, como proveer el alimento, el vestido, el cuidado de la casa… Precisamente esta existencia normal de la Virgen fue el terreno donde se llevó a cabo una relación singular y un diálogo profundo entre ella y Dios, entre ella y su Hijo».
Y bendito el fruto de tu seno, Jesús
María es receptiva pero no pasiva, precisa Francisco.
«Como, a nivel físico, recibe el poder del Espíritu Santo pero después da la carne y la sangre al Hijo de Dios que se forma en Ella, así, en el plano espiritual, acoge la gracia y corresponde a ella con la fe. Por esto san Agustín afirma que la Virgen «concibió antes en el corazón que en el seno». Concibió antes la fe y después al Señor».
Santa María, Madre de Dios
La Madre del Redentor, continua el Papa, «nos precede y continuamente nos confirma en la fe, en la vocación y en la misión. Con su ejemplo de humildad y de disponibilidad a la voluntad de Dios, nos ayuda a traducir nuestra fe en un anuncio del Evangelio gozoso y sin fronteras».
Ruega por nosotros pecadores
Para explicar el sentido de este pasaje de la oración, Francisco evoca una anécdota:
Recuerdo una vez, en el santuario de Luján, estaba en el confesionario, ante el cual había una larga fila. Había también un muchacho todo moderno, con pendientes, tatuajes, todas estas cosas… Y vino para decirme lo que le pasaba. Era un problema grave, difícil. Y me dijo: conté esto a mi mamá y mi mamá me dijo: ve a la Virgen y te dirá lo que tienes que hacer. Esta era una mujer que tenía el don del consejo. No sabía cómo salir del problema del hijo, pero le indicó el camino justo: ve a la Virgen y ella te dirá. Este es el don del consejo. Esa mujer humilde, sencilla, dio al hijo el mejor consejo. De hecho el muchacho me dijo: miré a la Virgen y sentí que tenía que hacer esto, esto y esto… Yo no tuve que hablar, lo habían dicho ya todo su mamá y el propio joven. Este es el don del consejo. Ustedes mamás que tienen este don, pídanlo para sus hijos. El don de dar consejo a los hijos es un don de Dios.
Ahora y en la hora de nuestra muerte
Confiémonos a María, añade Papa Francisco, «para que Ella, como Madre como madre de nuestro hermano primogénito, Jesús, nos enseñe a tener su mismo espíritu materno hacia nuestros hermanos, con la capacidad sincera de acoger, perdonar, dar fuerza e infundir confianza y esperanza. Esto es lo que hace una mamá».
El camino de María hacia el Cielo comenzó «on ese SÍ pronunciado en Nazaret, en respuesta al Mensajero celeste que le anunciaba la voluntad De Dios para ella. Y en realidad es justo así: cada SÍ a Dios es un paso hacia el Cielo, hacia la vida eterna».
Fuente: Aleteia