Finaliza el mes de mayo, especialmente dedicado a la Virgen María la cual se manifiesta e intercede por los cristianos de múltiples modos, por eso son tantas las advocaciones marianas, que en nuestra Archidiócesis de Sevilla parecen multiplicarse.
En la Anunciación, el Ángel Gabriel le dijo a María “Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios”. (Lucas 1,26-38).
Y no tardó María en visitar a su prima: “En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.” (Lucas 1,39-56). En el saludo la proclama de Isabel es parte del Ave María y la respuesta de María es el Magníficat.
Hoy contemplamos la Visitación de la Virgen María a su prima Santa Isabel. Tan pronto como le ha sido comunicado que ha sido escogida por Dios Padre para ser la Madre del Hijo de Dios y que su pariente ha recibido también el don de la maternidad, marcha decididamente hacia la montaña para felicitar a su prima, para compartir con ella el gozo de haber sido agraciadas con el don de la maternidad y para servirla. No piensa en ella ni en su estado, sino solo en acompañar y servir. Nos muestra el ejemplo perfecto de la negación de sí misma y su absoluta disponibilidad a los demás.
La Visitación no ha sido representada en la Historia del Arte de forma tan frecuente como la Anunciación pero en España su iconografía tuvo su auge durante el reinado de Isabel la Católica, la cual era muy devota de la Encarnación pero también de la santa por la que llevaba el nombre, cuya festividad es el 5 de noviembre.
En Sevilla no abundan las representaciones de la Visitación pero existen dos muy significativas: la presencia de las Salesas cuya Orden es de la Visitación y el Convento de Santa Isabel, antigua fundación de Comendadoras de la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén – orden que fundó un hospital en Jerusalén en la casa que según la tradición vivieron Zacarías e Isabel – y hoy colegio de la Congregación de Religiosas Filipenses Hijas de María Dolorosa, fundada por la sevillana Madre Dolores Márquez Romero y Onoro y cuyo 150º aniversario celebraron el año pasado.
Mirando a la Plaza de Santa Isabel, de las más recoletas para los sevillanos, podemos contemplar el relieve, hoy muy deteriorado, de la Visitación, obra de Andrés de Ocampo.
En el Oratorio de Isabel La Católica en el Alcázar, se puede admirar el espléndido retablo cerámico que nos dejara Niculoso Pisano, imagen que hemos elegido como foto.
Y por último, pero por corta antigüedad pero no menos intensa vida pastoral, hay una imagen muy desconocida – no tanto en Triana donde es su “único ruán” – de Nuestra Señora del Desconsuelo y Visitación, titular de la Hermandad de Pasión y Muerte.
Aquí concluyo mi serie de artículos marianos. Gracias a la redacción de Siempre Adelante por darme la oportunidad, aunque hayan sido capítulos sueltos y no he podido completar el mes. El año que viene, si Dios quiere.
Virginia López