Durante el fin de semana del 23 al 25 de noviembre, y aprovechando la festividad de Santa Cecilia, patrona de la música, ha tenido lugar en Roma el III Congreso Internacional de Coros en el Vaticano. El evento ha sido organizado por la asociación Nova Opera Onlus en colaboración con el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización. Este congreso tiene su origen en el año 2014 en el que se organiza por vez primera un encuentro de capillas musicales, coros diocesanos y parroquiales, músicos, directores de coro y comisiones litúrgicas del mundo entero con la finalidad de poner en común la transcendencia de la música para el anuncio del Evangelio y la promoción de la Nueva Evangelización.
Este año el encuentro ha contado con una participación de ocho mil personas que se reunieron en el Aula Pablo VI del Vaticano para escuchar las ponencias de personalidades del mundo de la música sacra y la liturgia. El tema sobre el que ha versado el congreso es la “Música en la Liturgia y en la Catequesis para la Nueva Evangelización”. El moderador de las ponencias fue Monseñor Marco Frisina, director del coro de la Diócesis de Roma y quien se encargó de dirigir el gran concierto final celebrado el sábado 24 de noviembre y en el que intervinieron todos los coristas cantando junto al Coro de Roma. Ese mismo sábado por la mañana, los intervinientes pudieron disfrutar de una audiencia especial con el Santo Padre asistido por Monseñor Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización.
En esta ocasión, además, el Encuentro ha contado con la participación de varios coros y coristas de nuestra diócesis como el Coro de la Parroquia de Las Flores y varios de los componentes del Coro del Movimiento Juvenil Salesiano.
El Santo Padre se dirigió a los participantes diciéndoles que “los cantos son un verdadero instrumento de evangelización en la medida en que os hacéis testimonio de la profundidad de la Palabra de Dios que toca los corazones de las personas, y permite una celebración de los sacramentos, especialmente de la Sagrada Eucaristía, que deja entrever la belleza del Paraíso” y exhortó a “que la música, pues, sea un instrumento de unidad para hacer eficaz el Evangelio en el mundo de hoy, a través de la belleza que aún fascina y hace posible creer confiándose al amor del Padre”. No obstante, sus palabras más importantes fueron las referidas a no dejarse caer en la tentación de ser protagonistas de las celebraciones litúrgicas “que eclipsa vuestro compromiso y humilla la participación activa del pueblo en la oración (…)privando al pueblo de Dios de cantar con vosotros”
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Con estas palabras en el corazón, los ocho mil participantes entonaron los cantos preparados desde hacía meses para el gran concierto y la Eucaristía que tuvo lugar en la basílica de San Pedro que tuvo lugar al día siguiente presidida por Monseñor Rino Fisichella y en la que se alcanzaron momentos de profunda oración y belleza llevados por los partícipes a sus propias comunidades junto con los testimonios de tantos cantantes de distintas partes del mundo y los momentos de familia y convivencia vividos.
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