Emma y Ethan son novios, buenos estudiantes y mejores personas. Emma se queda embarazada y decide abortar. Ethan se niega. Emma vive con su madre, que ha educado a su hija en un clima de ‘libertad’, tal como ella entiende esta facultad humana. Ethan forma parte de una familia muy unida, y comparte las convicciones cristianas de sus padres y sus dos hermanos. Las posturas de ambas partes son irreconciliables y deberán decidir los tribunales.
¿Quién tiene mayor derecho? ¿La madre, el padre, el no nacido…? Esta es precisamente la pregunta que plantea “Cuestión de derechos”, una producción norteamericana que se estrena en los cines españoles el 12 de noviembre de la mano de European Dreams Factory. Dirigida por James Ball y premiada en varios festivales, la cinta está protagonizada por Emma Ellen Roberts, a quien pudimos ver recientemente en “Unplanned”, y por Ben Davies, que se dio a conocer en “La fuerza del honor” (2011), un filme de enorme éxito en USA donde se estrenó con el título de “Corageous”.
A pesar de la fuerte presión de los lobbies proaborto sobre los gobiernos, de legislaciones que ignoran los derechos constitucionales de los nonatos, de las generosas donaciones de algunos magnates en favor de lo que llaman eufemísticamente ‘salud reproductiva’ y de las subvenciones estatales a las clínicas abortistas, en USA continúan realizándose películas que sitúan la vida en el centro de un debate que es necesario, al menos, rescatar. Un debate reactivado en los últimos años en España y en países como Argentina, México e incluso en los Estados Unidos, donde ‘la ley del latido’ aprobada este año en Texas demuestra la fuerte preocupación de conciencia de una parte de la sociedad.
“Cuestión de derechos” está orientada a todo tipo de público y ofrece a los adolescentes la oportunidad de reflexionar sobre el preeminente derecho a la vida y sobre las manipulaciones argumentales de quienes presentan el derecho de la madre como un absoluto.
El filme dará pie también a cuestionarse si el legislador tiene realmente derecho a impedir (incluso con amenazas de penas) la ayuda que algunas asociaciones prestan a mujeres que se plantean abortar. Los responsables de estas entidades comprueban que la mayoría de estas mujeres dudan sobre la decisión que deben tomar, que sufren presiones internas y externas, y sostienen que rezar ante una clínica abortista u ofrecer ayuda a quien voluntariamente acepta recibirla no es acosar.
Juan Jesús de Cózar