En el inicio de la Semana Santa, traemos la tabla de El descenso de Jesús a los infiernos, que se encuentra en la parte superior de la calle exterior del lado de la Epístola del retablo mayor de la Parroquia de Santiago, de Écija, concluido en 1538, obra de los hermanos Jorge y Alejo Fernández entre otros.
Es muy interesante este tema iconográfico denominado Anástasis, término griego que significa resurrección o subida, que en Oriente se tomó como imagen simbólica de la Resurrección de Cristo a partir de su descenso a los infiernos, idea que subraya la victoria redentora de Jesús Resucitado sobre la muerte y el pecado. De igual manera, la Anástasis también pone de manifiesto la acción salvífica de Cristo, de la que se beneficia toda la humanidad, representada en Adán y Eva, así como los patriarcas y otros personajes del Antiguo Testamento: Abel, Abraham, David, Salomón, etc., hasta San Juan Bautista. De esta manera, se explica que la salvación operada por Cristo tiene, por así decirlo, carácter retroactivo, es decir, que su muerte y su Resurrección también salva a los que han muerto antes de Cristo, los cuales quedan representados por los primeros padres.
El origen de esta iconografía se encuentra en los Evangelios apócrifos, especialmente en el Evangelio de Nicodemo (siglo V), que incluye un texto anterior denominado Descensus Christi ad ínferos, del siglo III. Cristo se hace presente entre aclamaciones de los ángeles, quedando rotas las puertas del infierno y los difuntos liberados de sus ataduras. Cristo, tomando de la mano a Adán, lo resucita, y tras éste, a todos los demás, que son recibidos en el Paraíso por el buen ladrón y otros personajes, como Enoch y Elías. También el Evangelio de San Bartolomé (siglo V) recoge esta historia con algunas diferencias. Posteriormente, la Leyenda Dorada de Jacopo della Voragine contribuye a difundir ampliamente este relato. Pronto se incluirá en diversos textos de la liturgia, como el Credo y diversos himnos pascuales, fruto sobre todo de haber interpretado desde esta idea determinados pasajes bíblicos, como los Salmos 9, 24, 30 y 107; Mt 12, 40; Mt 27, 52; Rm 10, 7; 1Pe 3, 19-20; Ef 4, 8-9, entre otros.
En la tabla de Écija aparece Cristo Resucitado cubierto por un manto rojo estofado en oro y con nimbo dorado, rodeado por una blanca nube con pequeños ángeles, que irrumpe en el infierno para levantar a Adán tomándolo de la mano, tras el cual aparece en primer término Eva y detrás, una multitud de hombres y mujeres, entre los cuales podemos identificar como San Juan Bautista a la única figura vestida y nimbada. Cristo porta una cruz, símbolo de su triunfo sobre la muerte. El infierno aparece representado como un oscuro lugar con una extraña arquitectura de escaleras y arcos, lleno de instrumentos de tortura y en cuyo fondo se ve una luz rojiza, que representaría el fuego eterno.
Antonio Rodríguez Babío (Delegado diocesano de Patrimonio Cultural)