Este blog, Iglesia y Ecología, se inició en el año 2015 y su segunda aportación en aquel año se dedicó al Día Internacional de las Mujeres. Han pasado 8 años y aquí seguimos tratando de contribuir a poner de manifiesto la esencia de este día, es decir, la injusta situación de las mujeres en el conjunto del mundo denunciada muchas veces por el papa Francisco. En los ocho años que hemos escrito al respecto siempre nos hemos preguntado ¿hasta cuándo será necesaria esta reivindicación? Podemos plantear la pregunta de otra forma: ¿Cuándo será un día exclusivamente de homenaje a la mujer por su papel en el mundo? Si revisamos la historia podemos comprobar que los primeros movimientos organizados y masivos de lucha de las mujeres por sus derechos se inician en el siglo XIX y aún sigue la lucha en el siglo XXI. Hay muchos países donde las mujeres carecen de derechos esenciales. Pero en nuestro entorno aún las diferencias entre los derechos de hombres y mujeres son muy llamativas: sueldos distintos, violencia continua hacia las mujeres, escaso acceso a puestos ejecutivos en instituciones públicas y privadas. De nuevo este 8 de marzo el color morado impregna nuestras calles. De nuevo nuestras calles se han llenado de titulares: Mujeres x Bandera, Ahora más que nunca juntas somos más, Diferentes y con una misma voz, Andalucía es mujer. También hemos podido ver miles de carteles con mensajes muy diferentes en las manifestaciones celebradas este día en toda España. Manifestaciones en las que no solo hay mujeres, también hay hombres conscientes de que la reivindicación es justa y que la lucha por la igualdad de derechos es un frente común para una sociedad mejor y más justa.
Quizás el tema de las manifestaciones del 8 de marzo merezca una reflexión. La unidad es mejor que la desunión, la unidad genera más fuerza. Pero, a veces los matices son más que dialécticos e impiden esa necesaria unidad. Quizás debemos profundizar en ello más de lo que lo hacemos ya que el fin perseguido por las mujeres y los hombres que asisten a diferentes manifestaciones es el mismo y, por ello, hay que encontrar el camino común. A veces la necesaria diversidad de opiniones, base de una sociedad dialógica, nos aleja de lograr beneficios para todos, especialmente para las mujeres. La unidad del 8 de marzo es esencial, y ya hace años que no se materializa en la calle ese día. No defendemos aquí el pensamiento único sino la diversidad de opiniones constructivas para buscar soluciones para todos, pero si defendemos un esfuerzo de generosidad al respecto.
Esta contribución se enmarca en un blog que se denomina Iglesia y Ecología, por ello siempre recordamos el papel que en el Evangelio representa la Virgen María, como mujer y como madre, un ejemplo para los cristianos. También queremos recordar aquí el papel de la mujer en el conjunto de los Evangelios y las relaciones de Jesús con ellas. Muchos de los mensajes que encontramos en ellos están relacionados con mujeres. Recientemente ha llegado a mis manos un libro titulado “El deseo de cambiar”, escrito por Gloria Jean Watkins, conocida como Bel Hooks. El libro lleva por subtítulo “Hombres, masculinidad y amor”. En un mundo con manifiesta violencia machista, hay que recordar que las feministas no han sido encarceladas día tras día por su violencia contra los hombres. El libro citado trata sobre nuestra necesidad de vivir en un mundo donde las mujeres y los hombres puedan llevarse bien, eliminando el mal que el patriarcado, como forma de dominación, hace sobre los propios hombres, analizando los factores sociales que hacen difícil la verdadera igualdad entre hombres y mujeres, muchos hombres quieren cambiar este estado de cosas pero es la propia sociedad la que no se lo pone fácil. El cambio es cuestión de todos, hombres y mujeres, estableciendo las bases para una sociedad con igualdad de derechos. No se puede predicar la igualdad y hacer una ley que reconoce que en las instituciones públicas y privadas los hombres no pueden superar el 60% de sus cargos directivos: la verdadera igualdad está en el 50%. No podemos predicar la igualdad y luego hacer el juego a sociedades y países, política y económicamente, donde la mujer es un ser de segundo orden. Jesús de Nazaret, nuestra verdadera inspiración, no hizo eso de acuerdo con el relato evangélico. Finalmente es este día quiero felicitar a todas las mujeres deseando que el 8 de marzo sea un día verdaderamente festivo y no reivindicativo, y también quiero felicitar a mi hija Teresa por su cumpleaños y por ser la mujer y trabajadora que es, recordando que inicialmente este día se denominó Día Internacional de Mujer Trabajadora.