A continuación ofrecemos una serie de meditaciones semanales tituladas “Cuaderno de vida y oración” a cargo del sacerdote diocesano Carlos Carrasco Schlatter, autor del libro “Las conversaciones que tenemos pendientes” y “30 día con Dios de vacaciones”
1) Llevar la vida a la oración
Agobios… Preocupaciones… Historias y más historias. Vivimos en una sociedad estresada, que arrastra las urgencias y las complicaciones constantemente. Una sociedad en la que malgastamos el tiempo dándole vueltas y más vueltas a problemas sin solución, a agobios sin término, a preocupaciones que efectivamente nos pre-ocupan de modo que antes de que lleguen los verdaderos problemas ya parece que estamos inmersos en ellos constantemente.
Un niño llora y patalea porque le han robado un juguete, casi que para él es una grave crisis. Para un adolescente lo es que la niña/o que quiere con todo su corazón le deje. Para un adulto no es menos que le dejen sin trabajo, o una crisis por enfermedad. Y ni digamos para un anciano ver cómo sus hijos hacen sus vidas por su cuenta y sin contar con él.
Si les preguntas, para todo el mundo su problema es su mayor problema, básicamente porque es el único que tienen. Cuando tengan otros problemas pensarán que los de antes sí que eran problemas tontos, que esos sí que son realmente importantes. De este modo vamos enlazando un problema tras otro sin dejarnos más que breves espacios de descanso y paz.
Para muchos esos descansos son la verdadera libertad, son los momentos de felicidad. Para el cristiano en cambio, siempre serán los momentos vividos desde Dios, con Dios y gracias a Dios. Por todo ello, pensemos sino hemos endiosado a los problemas y humanizado a Dios.
2) Encuentro con Dios
Una de las mayores dificultades en el camino del cristiano es saber distinguir el buen camino, no porque no sepamos distinguir el malo, sino porque en apariencia hay varios buenos que podemos elegir.
Tomar decisiones es complicado, y aún más en una sociedad que busca que no las tomemos, sino que simplemente sigamos las modas, tendencias, tradiciones o sencillamente que deleguemos en la publicidad el saber qué hemos de comprar y hasta qué hemos de pensar.
Si verdaderamente somos la república independiente de nuestra casa, ¿eso no significa que me tengo que aguantar con lo que haga mi vecino? Si los consumidores han declarado esa cerveza como la mejor del mundo, ¿Cómo vamos a tomar una cerveza que es más mala? Si han sacado una hamburguesa nueva que es distinta a la anterior pero es igual de buena, ¿Cómo resistirse a probarla?
Distinguir qué es lo bueno, no es tanto diferenciarlo de lo malo, sino saber si verdaderamente es algo que satisface mi necesidad. ¿Cuáles son tus necesidades reales, cómo buscas satisfacerlas? Y para un cristiano, saber si responde a la necesidad de Dios de evangelizar el mundo.
Maslow en su pirámide de necesidades establece que el hombre primero debe satisfacer las necesidades fisiológicas (comer, dormir, relacionarse, etc.), luego deberá satisfacer las de seguridad (trabajo, salud, contexto familiar, propiedad, etc.), en tercer lugar aspirará a cubrir sus necesidades afectivas, en cuarto lugar buscará el reconocimiento y en último lugar buscará la autorrealización. El cristiano en cambio, se siente realizado cuando reconoce amar y servir todo lo que le rodea, y que su única seguridad es que Dios le ama a él inspirándole el camino a una vida plena.
3) A la luz de la Palabra
Amarnos unos a los otros es el signo de distinción que busca Cristo para sus discípulos. Por desgracia ya era un signo distintivo hace dos mil años y con el paso del tiempo sigue siéndolo. Es triste que los hombres no tengamos interés en desarrollar este sentimiento de afecto mutuo.
La importancia del amor mutuo es clave para la construcción de una comunidad, y debiera ser un principio fundamental para una sociedad que se precie de serlo. Poner las cosas en común, buscar unirse, ser común unidad es la clave para que la sociedad prospere desde el desarrollo de todos sus elementos. Lo contrario es la cultura del descarte que está imperando y que hace que incluso en ocasiones los cristianos se precien de no perdonar a alguien, o de prescindir de su amistad y familia.
Tristemente en el camino vamos dejando personas atrás, vamos escogiendo las relaciones por “publicidad”, y cuando descubrimos que es engañosa no nos enfadamos con nosotros por no haber sido más estrictos, sino que optamos por arrojar a la basura lo que habíamos adquirido y comprar una cosa nueva.
El cristiano debería de sumar siempre, pero por desgracia restamos, restamos esfuerzos para ayudar al más lento si este nos entorpece llegar a nuestros deseos. Restamos ilusiones a nosotros mismos si vemos que no se cumple lo que esperamos. Restamos y por desgracia no amamos.
Jesús intenta que descubramos que solo el amor nos salvará, porque solo con amor se pueden sobrellevar las dificultades, solo con amor se puede crecer y tener esperanza. Solo así podemos ser verdaderamente otros cristos en medio del mundo.
4) Llevar la oración a la vida
Con todo ello, deberíamos analizar cuantas personas o cosas hemos descartado en el camino. Cuantos sacrificios hemos realizado para llegar donde hemos llegado. ¿Todos eran necesarios? ¿Todos los hemos vivido con oración y acción de gracias? ¿Hemos aprendido a valorar como inevitables los sufrimientos de la vida, o aún creemos que podríamos haber pasado por la vida sin sufrir?
Demasiadas veces nos montamos unas expectativas falsas por las que “nos merecemos” muchas cosas, pero sinceramente uno solo es merecedor de aquello por lo que está dispuesto a verter lágrimas. Aquello que saca de tu interior el agua viva del corazón.
Hace tiempo escribí aquello de que: “el verdadero amor es el que hace brotar una lágrima de tus ojos y con la suave caricia de una mano la retira de tu rostro para que sea más bella tu sonrisa”.
Cristo está detrás de nosotros constantemente retirándonos lágrimas, acariciando las mejillas, abrazando nuestra alma, sonriendo nuestra vida.
Pero nosotros cuando estamos preocupados y agobiados solo pedimos y pedimos para superar lo amargo del momento, pero no estamos pendientes de lo que verdaderamente estamos teniendo. Lo mejor de Cristo es que siempre está, lo peor es que nos acostumbramos a que siempre esté.
Hoy al llevar a Dios a nuestra vida hemos de contemplar cuantas veces Dios ha estado a mi lado, y qué pocas he estado yo al suyo contemplando y acariciándole a Él sus mejillas sufrientes por el pecado de los hombres.
Lleva a tu oración este gesto a los pies de la cruz, abrázale al contemplar la muerte de lázaro, y ámale como uno más dentro de ti.