El Club de los Milagros

Dublín, 1967. Tres madres de familia y buenas amigas, Lily (Maggie Smith), Eileen (Kathy Bates) y Dolly (Agnes O´Casey) montan el grupo musical “Las milagros” y se presentan al concurso que organiza la parroquia para financiar una peregrinación a Lourdes, cuyo primer premio es precisamente dos billetes al santuario. Al final, no ganan, pero van, vaya que si van. Y al trío se les unirá Chrissie (Laura Linney), una antigua vecina que aparece en el barrio después de cuarenta años de ausencia.

Thaddeus O’Sullivan, Shetland (2013), Hacia la tormenta (2009), Criminal y decente (2000), sorprende con un trabajo bien ambientado en la Irlanda de los años sesenta, con un plantel de intérpretes femenino espectacular y un interesante viaje a Lourdes que gustará de modo especial a quienes hayan peregrinado al famoso santuario de la Virgen fundado en 1858 en la localidad francesa.

Las interpretaciones femeninas son lo mejor de la película. Las protagonistas consiguen un maravilloso retrato de cuatro mujeres empeñadas en viajar en busca de milagros improbables. La sororidad que crean entre ellas es sensacional y alcanzan algunos momentos francamente entrañables y divertidos y otros más serios y dramáticos que las veteranas actrices manejan magistralmente con apenas una mirada o un gesto.

La película narra una historia original escrita con toques de humor por un trío de guionistas bien curtidos en la comedia: Joshua D. Maurer, Timothy Prager y Jimmy Smallhorne. Y aunque muchas situaciones son bastante previsibles, especialmente las reacciones de los maridos, y algunas circunstancias del viaje, la historia se ve con agrado y tiene buen ritmo. De fondo, temas tratados con una profundidad superior a la media: la amistad entre mujeres, las madres posesivas, el amor prohibido, el destierro, el aborto y el perdón, que se convierte en el mayor milagro del periplo. Solo le falta esa mirada más elevada y trascendente que podría esperarse de una peregrinación a Lourdes.

A pesar de que daba más de sí, la figura del sacerdote -interpretado por Mark O’Halloran- está tratada con dignidad y da en el clavo con sentencias tan acertadas como: no se viene a Lourdes a por un milagro, sino a por la fuerza para seguir cuando no lo hay.

Una película amable, con algunos momentos más dramáticos, que ahonda con acierto, delicadeza y sentido del humor en los sentimientos de un grupo de madres del Dublín de los años sesenta. Por cierto, estupenda la actuación de “Las milagros”.

Javier Figuero (pantalla90.es)

 

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