Teresa Davis González
Argentina (1998)
Máster en Literatura en la Universidad de Sevilla
Cuando Teresa habla de Pentecostés se refiere “a la plenitud y abundancia del Espíritu Santo, porque así es el Espíritu, pleno y, así se da a las personas, en abundancia”.
“He tenido la suerte de vivir un seminario de Vida en el Espíritu (SVE) organizado por la Renovación Carismática Católica de Sevilla y así es como me he sentido después: llena. No es fácil explicar una experiencia de Dios, cualquiera que sea, pero tengo claro que, aunque antes de hacer el seminario había experimentado el amor de Dios, nunca me había sentido verdaderamente llena de Él”.
Testimonio de Cristo
La vivencia de un SVE le ha llevado a experimentar que “el Espíritu realmente te habita si lo dejas y, en la medida que lo dejes, te mueve y te inspira (de hecho, este testimonio es inspiración suya, nada puedo reclamar como propio). Solemos pensar menos en esta persona divina de la Santísima Trinidad, y es a quien Jesucristo nos dejó para dar testimonio”.
Un versículo de san Juan es el que mejor resume el encuentro de Teresa con el Huésped del Alma: “Cuando venga el Paráclito que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, Él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo”.
“Así me siento yo – añade – el Espíritu Santo me dio testimonio de Jesucristo y ahora yo puedo dar testimonio de Él. Este año es la primera vez que voy a vivir Pentecostés siendo tan consciente de quién es realmente el Espíritu Santo y estoy deseándolo”.
A sus 25 años agradece “la buena formación” que recibió de su familia y de todas las personas que han dado testimonio del señorío de Jesús. “Además de muchos sacerdotes que, de pequeña y ahora incluso más, me han acompañado y me han sabido demostrar lo que es vivir consciente de que Dios está vivo y me ama. Tenemos curas muy buenos en Sevilla y ¡hay que cuidarlos! Así que siempre he tenido a mi alrededor personas felices que me han servido de ejemplo para ver lo que Dios puede hacer por nosotros”, expresa.
Templo del Espíritu Santo
Teresa reconoce ser templo del Espíritu Santo, “lo que significa que podemos llevar a Dios a las personas. Lo que quiero decir es que, todos somos templo del Espíritu Santo, lo llevamos a todas partes. ¡Estamos más que plenos! Todos. Los curas, las religiosas, los laicos; todo el que decide dedicar un ratito a Dios”.
Por tanto, “entender al Espíritu te hace entender más aún la importancia de la eucaristía. Benedicto XVI dijo sobre la eucaristía que era un sacramento de intimidad con Dios, pero también un sacramento que sale al mundo: nosotros podemos sacar a Dios a las calles. Después de comulgar, al salir de misa, al salir a la calle, llevamos a Dios con nosotros. Dejamos que en nuestro día a día pueda penetrar con su presencia, es decir, acompañamos al resucitado en su camino por el mundo entero y respondemos a su mandato”.
Sobre su encuentro con el Paráclito afirma haber conocido “el amor más grande. Me pasó con mis amigos no creyentes que no hizo falta explicación alguna, porque al verme llegar lo comprobaron en mi cara: ¿Vienes de un retiro? ¡Pero si lo que tienes es cara de enamorada” ¡De enamorada perdida! Diría yo, porque Dios nos amó primero y qué amor más perfecto. ¿Cómo no te vas a enamorar de algo tan grande? ¿Cómo no vas a querer devolver una mínima cantidad de todo lo que te has llevado de Dios? Y aunque lo intentemos no llegamos a tanto, siempre vamos a querer dar más”.