La misión de ir puerta por puerta dando a conocer la Buena Noticia que comencé recientemente a través de la Parroquia del Divino Salvador, de Dos Hermanas, para mí fue un éxito.
Sí, un éxito, aunque no hablo de los frutos, ni de las personas a las que pudimos tocar el corazón, ni de si supimos o no anunciar con dignidad y de forma clara el Kerigma. Hablo de lo que en lo personal sentí.
Es la fuerza del Espíritu Santo que te impulsa a llamar a una puerta desconocida sin miedo, a hablar sin tener reparos, a ver a quién te abre como un hermano, aunque él o ella ignoren todo de Dios e incluso lo rechacen, como nos sucedió. Pero lo impresionante para mí es que está anunciando el Kerigma y te sorprende a ti mismo lo que sale por tu boca porque no me creí capaz de poder hablar así y menos en un lugar donde sabes o sospechas que no te van a entender. Evidentemente no éramos nosotros, que somos torpes y miedosos, era el Espíritu quien llevaba el anuncio y sentimos que Cristo caminaba a nuestro lado. Nadie nos cerró ayer la puerta, aunque verdaderamente las personas estaban en su corazón cerradas, y muy alejadas, pero al menos nos escucharon con respeto.
Doy gracias a Dios por esta experiencia única e irrepetible de ser su testigo en medio de la dificultad y la incomprensión. Por haberme elegido.
Ese es hoy el éxito. Mañana, será el que Dios quiera
Maricarmen Zambrana