El sacerdote camerunés (1972) Engelbert Désiré Mbarga acaba de publicar el libro ‘Relación conyugal y espiritualidad penitencial de San Francisco de Paula’, una obra que aplica la espiritualidad de este santo al matrimonio.
No en vano, el padre Desiré, fraile mínimo, es “un apasionado” (en sus propias palabras) de la Pastoral Familiar y cree que “la formación de parejas es muy importante. Hoy, «la preparación de los jóvenes para el matrimonio y la vida familiar es más necesaria que nunca» afirmó Juan Pablo II, y Benedicto XVI añadió: «La preparación para el matrimonio es cada vez más fundamental y necesaria, para conocerse a sí mismo y para conocer la verdadera voluntad matrimonial». El papa Francisco, por su parte, reconoce que existe «la necesidad de ayudar a los jóvenes a descubrir el valor y la riqueza del matrimonio» e invita a toda la Iglesia a «implicarse en la preparación para el matrimonio de los futuros esposos […] en el itinerario de la iniciación cristiana». Incluso llama a la necesidad de programas específicos para su acompañamiento”. En esta línea opina el padre Desiré: “Los cambios que se han producido en las sociedades modernas exigen un esfuerzo concreto de apoyo a los jóvenes para aceptar las responsabilidades que les aguardan en la vida matrimonial”.
Vocación
En relación a su testimonio vocacional, recuerda que surgió como respuesta a la presencia de misioneros en su parroquia natal. “Vi a un grupo de personas que vivían juntas y siempre se veían felices. Eran amables con todos. Ayudaban a mucha gente: niños, enfermos, ancianos y realizaban muchas obras en el pueblo. La parroquia era el lugar de juego y de convivencia para todos. Me encantaba ir a Misa pues nos daban caramelos. Quería ser ese tipo de persona en la vida”. De este modo, informó de sus inquietudes a uno de los frailes, su párroco, y este le invitó a ingresar en el Seminario Menor.
Igualmente, destaca la influencia de su tío sacerdote, “que se fue a estudiar a Roma y como no tenía dónde quedarse, los mínimos le abrieron las puertas. Al terminar sus estudios, como muestra de agradecimiento, propuso al superior general que le autorizara a colaborar con la pastoral vocacional de la Orden de los Mínimos en Camerún”. Allí creó un grupo de jóvenes con inquietudes vocacionales al que se sumó un joven Engelbert Désiré y que fue descubriendo poco a poco el carisma de esta Orden.
“Su enfoque es la conversión –explica. Cada persona aspira a un cambio de situación (de peor en bien, de bien en mejor) y el carisma se nutre de esa espiritualidad. La nuestra es penitencial porque invita a un esfuerzo diario para cambiar nuestra mente, nuestro corazón y nuestra vida a la luz de la Palabra de Dios. No es fácil deshacernos de nuestras costumbres para hacer la voluntad de Dios”. “Lo bueno de este esfuerzo –continúa- es que lleva a un bienestar mental, corporal y espiritual, y conduce a una vida en común armonía donde se experimenta de forma concreta el perdón, la reconciliación y la caridad”.
Una vez dado el paso a la vida religiosa, inició sus estudios en Roma, “primero recibí una formación específica al estilo de vida cuaresmal, hice el noviciado; después fui admitido a la profesión religiosa y luego completé la formación clásica en filosofía y teología para ser ordenado sacerdote”. Al finalizar, fue enviado a su país “a sembrar la semilla de la Orden de los Mínimos, como responsable de acoger y guiar a los jóvenes a nuestra espiritualidad». También colaboré como vicario en una parroquia importante de la ciudad, y di cursos a jóvenes religiosos y religiosas”. Más tarde fue enviado a España, donde ha servido primero en Barcelona, luego en Madrid y, finalmente, en la Archidiócesis de Sevilla, donde lleva algo más de dos años colaborando con varias hermandades y con la Parroquia de las santas Justa y Rufina.