Si tenemos la experiencia de haber estado en la zona de urgencias de un hospital sabremos que cuando llegamos las primeras personas que nos reciben son los celadores o camilleros. ¡Qué importantes son estas personas! Los camilleros son los que realizan el primer contacto con el enfermo en el centro médico. Con una mirada cargada de experiencia y disponibilidad y con muy pocas palabras, ellos saben qué medios deben facilitar al enfermo para ser conducido hacia dentro, hacia la atención médica: un brazo donde apoyarse, una silla de ruedas, una camilla…
Pues igualmente que esos camilleros que acabo de describir, en nuestras parroquias debemos hacernos presentes familias o personas que actuemos de celadores, que abramos la puerta… ¿Por qué es tan importante este perfil? Porque es la primera cara que recibe alguien que viene de fuera, la primera mirada, la primera persona que guía, que acompaña, que facilita algún medio útil para estar más confortable, bien sea un carrito, una camilla, o la mano …
Todos se deben sentir acogidos y acompañados hacia el corazón de nuestras parroquias
Esto es lo que pretende el “Proyecto Matrimonios de Acogida”, convertir a matrimonios en esa cara amable, cordial y cercana que sin demasiados «conocimientos médicos» acompañen y guíen a las personas para su bienestar, introducir a los alejados, a los que están fuera del templo hacia adentro, hacia la Casa del Padre.
Esta tarea tan sencilla y a la vez tan difícil es importante realizarla en nuestras parroquias para que cualquier miembro de nuestra comunidad, por lejano que se encuentre, por ignorancia que pueda tener sobre nuestra fe, se sienta acogido y acompañado hacia el corazón de nuestras parroquias que es Cristo.
Acoger es una manera de ser, estar y actuar, caracterizada por la apertura, la disponibilidad y la actitud de servicio. La acogida debe ser la clave del SER de nuestra Comunidad Misionera, ya que la acogida es el momento más importante del proceso de integración de una persona.
La acogida como primer paso para ser misioneros, evangelizadores para la inserción de todos a la Iglesia
En nuestras comunidades, y especialmente en Pastoral Familiar, debemos ser los promotores de una verdadera cultura de la ACOGIDA, que sepa apreciar los valores auténticamente humanos de los demás. Y desde lo humano, desde la persona, ACOMPAÑAR en el camino de la SALVACIÓN de la persona, llevándolos a CRISTO, a través de la IGLESIA.
No debemos limitarnos a dar cursos, cursillos, certificados, etc. Sino que con la experiencia de la acogida cristiana, las familias se encuentren con su realidad espiritual y humana, y que por nuestro testimonio, conozcan el AMOR DE DIOS, vivan en ÉL y transformen sus vidas.
Como nos decía el querido Papa Benedicto XVI en Caritas in Veritate n. 76, “esl ser humano se desarrolla cuando crece espiritualmente, cuando su alma se conoce a sí misma y la verdad que Dios ha impreso germinalmente en ella, cuando dialoga consigo mismo y con su Creador… No hay desarrollo pleno ni un bien común universal sin el bien espiritual y moral de las personas, consideradas en su totalidad de alma y cuerpo”.