Entre las numerosas obras de arte del Convento del Espíritu Santo en la calle Dueñas de Sevilla destaca un Niño Jesús que, según la tradición llegó al convento de forma misteriosa. Se le conoce como Niño Jesús Milagroso por la cantidad de favores que se le atribuyen. La talla es del siglo XVII y se encuentra habitualmente en la clausura y solo se expone al culto en la iglesia el día dos de enero, fiesta del Dulce Nombre de Jesús, el Domingo de Pentecostés y los primeros domingos de mes.
El Niño Jesús Milagroso dicen que es gemelo del Niño Jesús de Praga y recibe culto en el convento del Espíritu Santo desde el siglo XVII. Goza de gran devoción en el barrio y en toda la ciudad de Sevilla. No se conoce quién lo llevó al convento. Cuenta la tradición -o tal vez sea leyenda- que “un desconocido llegó al torno monacal y pidió por favor a la monja tornera, le guardarse el paquete o cajón que traía, hasta que vinieran a recogerlo”. La monja accedió. Pasó un año sin que nadie acudiera a recoger el paquete sospechoso. Los superiores del convento, conocedores del caso decidieron no esperar más y abrir el paquete. La sorpresa fue mayúscula cuando descubrieron que era una bella imagen de un Niño Jesús: con gran alegría lo recibieron en la Comunidad y lo denominaron “El Niño Esposo”. Por aquellos tiempos, aún existía la rama masculina de la Orden y las monjas lo vistieron como a uno de los frailes de la misma.
La imagen empezó a ser conocida y a atribuírsele diversas actuaciones milagrosas, por lo que perdió el primer nombre con el que lo bautizaron las monjas y comenzó a ser conocido como «Niño Jesús Milagroso» .
La imagen lleva en su mano izquierda una Cruz y en la derecha un pequeño silbato en forma de pez y una campanita. En las crónicas del convento se relatan las revelaciones que el Niño Jesús Milagroso hizo a Madre Juana de la Cruz, conocida mística del XVII; a ella fue a quien le pidió que le pusieran la campanita como símbolo de las llamadas que interiormente hacía a las almas. El joyero encargado de realizar la campana grabó en ella lo mismo que el Niño había pedido: una rosa y una cruz. Algunas personas dicen haber oído el tintineo de la campanita al confirmarse un gran favor o milagro.
Dicen que un alma muy santa de la ciudad exclamó al contemplar la imagen que “este niño tiene rasgos de divinidad”. Y el Niño Jesús, en una de sus revelaciones a la Madre Juana, le dijo, refiriéndose a la imagen: “Este es mi verdadero retrato». Su festividad se celebra el 3 de Enero, día del Dulce Nombre de Jesús. Tanto en este día, como en el de Pentecostés y los primeros domingos de cada mes, la divina imagen se expone en la Iglesia del Monasterio.