María de la Cruz Granados Varo
Antequera, Málaga (1965)
Miembro de la Parroquia Ntra. Sra. de la Antigua y Beato Marcelo Spínola y responsable del proyecto Hermano Migrante no estás solo
Misionera claretiana
La vocación a la vida religiosa de María de la Cruz surgió “por elección de Dios”. Esta misionera claretiana afirma que Él tocó su corazón y ella le abrió la puerta, “de esto hace ya unos 42 años, en medio de un grupo juvenil con espiritualidad mariana, con deseos de ayudar y hacer el bien al estilo de Jesús y con la llamada a ser misionera allí donde la Iglesia me necesitara”.
Como misionera Claretiana ha compartido su vida en México, durante dieciocho años, viviendo la fe en otra cultura y con otra visión de la vida, “es algo de lo que siempre estaré agradecida al Señor y a mi congregación, esto me ha llevado a intentar comprender mejor a aquellas personas que han tenido que dejar un día su tierra y partir a otros lugares”. En los últimos seis años el mundo de la migración ha sido el foco central de su vida. Actualmente es la responsable del Proyecto Betania que las misioneras claretianas tienen en Sevilla, cuya misión es la acogida, hospitalidad, acompañamiento, pero, sobre todo, “formar familia con aquellas personas que llegan a nuestra casa”.
La hermana María de la Cruz está vinculada a la realidad migratoria a través del Proyecto Betania y la Delegación Diocesana de Migraciones. Además, “el vínculo y la amistad de tantas personas que voy conociendo de otros países y culturas me enriquece personalmente y me lleva a asumir un compromiso mayor”.
Proyecto Betania
En este sentido, “el Proyecto Betania es una respuesta que nosotras misioneras claretianas damos ante la situación de desplazamientos de tantos hermanos nuestros, habíamos comenzado tímidamente con pequeños gestos de acogida antes del 2015 pero quisimos responder a la llamada que el papa Francisco nos hacía de abrir nuestras casas; así lo hicimos, tenemos un piso dedicado al proyecto, no lo hicimos solas, desde un principio sabíamos que esta labor hay que realizarla en red, en equipo y para ello nos apoyamos en Cáritas Diocesana y en Espacios Berakah, más concretamente desde hace tres años caminamos de la mano del Proyecto Nazaret. En todos estos años han pasado jóvenes, madres con sus hijos, hemos formado hogar y familia con ellos. Somos tres las hermanas que formamos la comunidad quienes apoyamos y acompañamos a estos jóvenes”, explica.
Su cercanía con esta realidad le ha llevado a conocer “personas maravillosas, con vidas e historias que remueven conciencias, son muchos los rostros y nombres que tengo en mi corazón, no podría centrarme en una sola historia, todas y cada una son únicas y especiales, como única y especial es cada persona, cada vida”, añade.
Finalmente, “me gustaría invitar a todas nuestras comunidades parroquiales para que permanecieran en actitud de apertura y acogida hacia todos nuestros hermanos migrantes que van llegando a nuestras comunidades, que se encuentren con las puertas abiertas para que puedan vivir la fe junto a nosotros, solo tenemos que acercarnos, acogerlos con cariño y respeto, y abrirnos a todo lo nuevo con lo que ellos nos pueden enriquecer, así creceremos juntos en la misma fe, en la misma comunidad cristiana. De esta forma hacemos realidad el deseo de Jesús”.