Carmen Bahima Díaz (Sevilla, 1979). Licenciada en Bellas Artes en la especialidad de Restauración.
Juan Alberto Pérez Rojas (Ronda, 1982). Licenciada en Bellas Artes en la especialidad de Escultura.
Carmen y Alberto tienen nueve años de casados y son los afortunados padres de Gonzalo (7) Carmen (6) y Ángela (3). Ambos se dedican profesionalmente al arte religioso, convencidos de que “Dios regala sus dones para ponerlos al servicio de los demás”. Este matrimonio comprometido con distintas realidades pastorales reconoce el señorío de Dios en sus vidas. “Cuando Dios preside tu vida, todo lo que haces lo refieres, diriges y tiendes hacia Él. Poder trabajar con obras de arte que remiten a nuestro Creador, tratar con clientes que te cuentan su vida de fe a través de la realización de obras nuevas o con la restauración de otras, es un privilegio”, reconocen.
Carmen y Alberto realzan el valor catequético y evangelizador del arte religioso, porque “Dios es belleza, bien y verdad”. Destacan que “la Tradición tiene un peso específico en nuestra Iglesia y es algo bien visible en cuanto nos acercamos y contemplamos cualquiera de nuestros templos con cierta antigüedad. Las obras de arte se emplearon no solamente como expresión artística y humana, sino como medio para ir mostrando aspectos de la historia sagrada, de la vida de Cristo, de la Virgen María o de los santos”.
Equipos de Nuestra Señora
Desde hace siete años pertenecen a los Equipos de Nuestra Señora, “parte importante en nuestra vida de fe y, otro motivo más de crecimiento espiritual”. De la espiritualidad conyugal subrayan la importancia de “vivir la fe en matrimonio”, conscientes de que en la santidad del sacramento “se juega muchísimo del futuro de la Iglesia”. Agradecen la oportunidad de poder compartir con otros matrimonios la vivencia de la fe, pero también, el discernimiento ante problemas y dificultades, así como la oración comunitaria y el apostolado compartido.
Recuerdan dos momentos fundantes en su relación de pareja. La primera durante el noviazgo fue en la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Madrid el 2011 durante el pontificado del papa Benedicto XVI, donde pudieron experimentar “la grandeza y universalidad de la Iglesia”.
Ya casados, “el nacimiento de nuestros hijos como prueba del amor de Dios que nos hace cooperadores en su obra, nos confía criaturas suyas que hemos de ayudar a llevarlas al cielo, destino último de todos nosotros”.