Félix Quijada (Sevilla, 1955) , casado, padre de dos hijos y abuelo de tres nietos, fue instituido diácono permanente por el cardenal Carlos Amigo en 1991. Desde entonces ha servido a la Iglesia en la Parroquia de Ntra. Sra. del Mayor Dolor de Sevilla, colaborando con la Delegación de Liturgia, la de Hermandades y Cofradías, el Instituto San Isidoro, la Comisión para el Diaconado Permanente, con la Delegación para el Clero de la Conferencia Episcopal Española, en Cáritas Diocesana y con la Pastoral Penitenciaria. En esta línea, el pasado 15 de junio fue nombrado capellán de la cárcel de mujeres de Alcalá de Guadaíra.
El pilar de su fe es Jesucristo, “que se hace presente en su Palabra, en la Eucaristía, en los hermanos y en los acontecimientos del día a día, siempre de la mano de María”. Su fe en la cotidianidad la vive “con normalidad. Sirviéndome de los innumerables medios que me ofrece la Iglesia: la oración, los sacramentos, la lectura y meditación de la Palabra de Dios”.
En cuanto al apostolado en el Centro Penitenciario –explica– que lo primero, antes de entrar al recinto, es poner tanto a las internas, como a los funcionarios en manos de Dios, “pues son de Él y yo solo soy un medio que el Señor y su Iglesia pone para servirlos. Quiero que sientan que en ese momento ellos son lo más importante para mí. Les llevo noticias de sus familias o cualquier servicio que requieran y que pueda realizar, previa autorización de las autoridades del centro. Casi siempre surge la conversación sobre Dios, sobre la familia”.
Desde esa actitud de servicio les invita a que asistan a la catequesis, a las celebraciones, a las misas, incluso “si son de otra confesión religiosa, el trato es el mismo. Les ofrezco formación cristiana con personal externo sobre la vida familiar, Biblia, catequesis, cultura religiosa, formación humana, recursos de la Iglesia…”.
Para Félix, el apostolado es la cárcel “es hacer presencia de Iglesia, del amor de Dios en medio de tanto dolor, acompañando con alegría a todos. Para muchos de los internos, esas visitas de los voluntarios es casi el primer contacto con la Iglesia, por lo que el servicio a realizar es generalmente de pre-evangelización o primera evangelización”, refiere. En este sentido reconoce la importancia de las obras de misericordia con los privados de libertad. “Siempre me pregunto, como el papa Francisco cuando va a entrar en una cárcel, ¿por qué ellos están aquí y no yo? Cuando se quiere a alguien, se quiere a quién ese alguien quiere. Si se ama a Jesucristo o se ama a los hermanos como a Él o no se ha entendido nada”, advierte.
Diaconía
“El servicio es connatural con el ministerio diaconal y en la ordenación recibimos la gracia sacramental que nos ayuda a hacerlo vida. Un sacerdote me invitó a conocer la realidad de esta pastoral y participar en ella. Estuve formándome durante dos años y cuando recibí las autorizaciones pertinentes comencé a visitar el Centro Penitenciario Sevilla 1. Posteriormente, me encomendaron la prisión de Alcalá y en ella sirvo muy agradecido”.
Sensibilización
Félix destaca que “una tarea muy importante de la Delegación de Pastoral Penitenciaria es la sensibilización contra las adicciones en aquellos centros de enseñanza que así nos lo requieren”. Para ello, una vez lo solicitan, “vamos a los institutos acompañando a dos internos que han sufrido los problemas de las adicciones y que están en avanzado proceso de rehabilitación. Ellos exponen su testimonio y qué circunstancias y consecuencias ha tenido para su vida. Son testimonios impactantes que seguro contribuyen a que muchos jóvenes eviten caer en estas adicciones y no sufran sus consecuencias”.