Fernando Martín Llamas
Jerez (Cádiz). 27 AÑOS
Descubriendo su vocación
Seminarista de 5to curso del Seminario Metropolitano de Sevilla
Fernando Martín Llamas, seminarista de quinto año, dice sentirse agradecido de su familia, que de niño le introdujo en la relación con el Señor; de su colegio religioso, donde amplió su convivencia social¡; de la hermandad que le acercó a la piedad popular; y de su comunidad parroquial, referencia de fe y rostro vivo de la Iglesia para él.
“En el grupo joven de mi parroquia fui descubriendo la vocación sacerdotal. Y en una misa de inicio de curso pastoral, el 4 de octubre del 2012, durante la consagración, sentí que todo encajaba y tenía sentido”, afirma.
Este joven de Jerez, Cádiz, llevó discretamente su proceso de discernimiento. Sólo lo sabía el sacerdote que le acompañaba. “Resultaba incomprensible para muchos mi llamada al sacerdocio, pues pocos entienden el celibato”, confiesa.
Un estudiante normal
“En la universidad, mi vida era como la de cualquier estudiante de derecho: estudios, amigos, pero dejando lugar para el Señor. Tenía semanalmente un turno de adoración ante Jesús Sacramentado, mi momento íntimo con Él”, sostiene.
De su entrada al Seminario, Fernando dice que su familia “acogió con respeto y buena disposición mi nuevo camino. Aunque fue una conmoción para ellos. No se lo esperaban, apenas terminaba la universidad. Le preocupaba las implicaciones que tiene ser sacerdote en un contexto difícil como el de hoy. Luego han aclarado dudas y están entusiasmados”.
Cuatro cosas han llenado su vida en el seminario
Durante su vida en el seminario le ha admirado, primero, “la transparencia, cercanía y paternal preocupación de los sacerdotes encargados de la formación, así como de varios compañeros. Aunque fue un reto convivir en un entorno diverso y sobrellevar el intenso ritmo formativo”, sostiene.
La Palabra de Dios es la segunda cosa que le ha llenado, pasajes bíblicos como el de la Anunciación. “Esas palabras del Ángel a María: «no temas, porque has encontrado gracia ante Dios» (Lc 1, 30) siguen resonando en mí cada día”, confiesa.
La tercero que le ha nutrido es leer obras de espiritualidad como Las Fuentes de Taizé, de Roger Schutz, escritos de Joseph Ratzinger – Benedicto XVI, Los Escritos Sacerdotales de san Juan de Ávila y Autobiografía de san Ignacio de Loyola.
El cuarto elemento que destaca es su experiencia pastoral en la Parroquia del Amparo, Dos Hermanas. “He aprendido mucho de esa comunidad comprometida y fervorosa. Me siento afortunado de vivir el año jubilar del cincuentenario de la Coronación de Ntra. Sra. de Valme, y ver la fraternidad de los párrocos, su colaboración en esa celebración”, afirma.
El sacerdote hoy
Para Fernando, ser el sacerdote que el mundo necesita es un reto. “Dios nos pide ser sus testigos, afirma, conscientes de que la última palabra de la historia no la tiene el sufrimiento, el pecado o la muerte, sino Jesucristo. Agradezco a él esta vocación y a tantas personas su apoyo”.
A los jóvenes sugiere discernir la voz de Dios por medio de la oración íntima con Él y del acompañamiento espiritual.