El final de la vida en el cine del siglo XXI 

La herencia cultural que el siglo XX ha donado a Occidente es horizontalista y reductiva, con un gran predominio del individualismo y del utilitarismo. En el campo cinematográfico, algunos analistas afirman que la eutanasia dominará la pantalla durante los próximos años, porque es una consecuencia directa de ese individualismo que impera en nuestra sociedad. Previsiblemente se plantearán en el cine dilemas éticos correspondientes a las responsabilidades que deben asumir quienes rodean a la persona enferma: familia, amigos, Estado, Seguridad Social… 

 

Frente a lo que determinados sociólogos denominan cultura de la muerte, algunos cineastas como Gustavo Ron, Paco Arango o Carlos Agulló, plantean en sus películas que no es tanto una cuestión de morir dignamente sino de hacerlo bien con los enfermos hasta el momento final, y de ayudarles a encontrar un sentido a esos últimos días. Subrayan la radical dignidad de las personas que sufren, merecedoras de nuestra atención y de nuestro aliento en esa lucha que sostienen cada día para seguir viviendo. Nos descubren que el dolor o la enfermedad de esos hombres y mujeres les hacen especialmente sensibles a cuestiones que a nosotros se nos escapan, y manifiestan una solidaridad que quizá no sabemos detectar. 

 

Estos directores apuntan que la terminalidad no tiene por qué ser un periodo de aflicción y de espera angustiosa, pues da cabida a momentos en los que se pueden aprovechar las potencialidades terapéuticas del buen humor. En esta línea se situó Carlos Agulló con su magnífico documental “Los demás días”, estrenado en 2017. El título procede de la frase promocional del filme, que más que un eslogan es toda una declaración de intenciones: ‘Algún día nos moriremos, pero los demás días no. 

 

A través del trabajo del doctor Pablo Iglesias, Agulló plantea que la lucha por la vida no debe ser un combate contra la muerte porque, tarde o temprano, será una batalla perdida. «Éste es un tema que nos interesa a todos, pero al que casi nadie se quiere enfrentar», explica el director. Mientras rodaba el documental se percató de que para los ocho pacientes que recibían el tratamiento, lo más importante eran los momentos de intimidad con su familia. 

 

Se ha dicho que el cine es el principal antropólogo de nuestros días, porque cada película ofrece una visión condensada sobre la persona y el sentido de la vida. El director Andrei Tarkovski afirmaba que el corazón humano se dirige hacia lo infinito, y que el cine tiene la capacidad de desvelar de algún modo ese elevado anhelo. Una trascendencia que conlleva una afirmación rotunda: la vida es un don no disponible, un misterioso regalo. 

 

Juan Jesús de Cózar 

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